German Dehesa Mexico Guadalajara Aeromexico

Jair Lopez

Well-Known Member
Me encanta este cuate, no es en si un reporte de vuelo como los que estamos acostumbrados pero cuantas veces no nos ha pasado


Por German Dehesa
Gaceta del angel
De aquí para allá
Ahí tienen que me fui a Guadalajara. Mi sencilla vestimenta era casi franciscana: Ropa interior con tentadores dibujos orientales, ropa térmica desde el pescuezo hasta el huesito, pantalón de lana, suéter pachón del mismo material, saco de enorme poder calorífico y un abrigote que fue de mi papá y que me da la pinta de Al Capone y cachucha de lana como de cazador de patos.
¡Uff!, es terrible vestirse así. Se siente uno legionario que en lugar de la mochilota va cargando su ropa. Además, pensaba yo, esa ropa era un desastre para fines prácticos. Si se presentara, por dar un caso, la oportunidad de emprender un juego amoroso, de aquí a que yo estuviera listo y disponible tendrían que transcurrir unas 25 lunas y no hay señora que aguante.
Pensando en éstas y otras ociosidades que le han hecho suponer a algunos malquerientes que pienso puras incoherencias, me presenté en el mostrador de Aeroméxico. Muy sabroso presenté mi clave electrónica en el servicio Premiere. Resulta que no era el caso. Más bien mi lugar era algo así como el 37A que ya es parte de una accesoria que le pusieron al avión para que quepa más gente.
Hasta ahí fui a dar no sin antes interrogar a la azafata acerca de su actual estatus con los nuevos dueños. Prefiero no hablar, me dijo y dibujó en su rostro una sonrisa que la Gioconda queda en calidad de joven regordeta y pechugona, feyuyona ella, con un rictus labial. La temperatura del avión me obligó a comenzar la tarea de quitarme trapos. Una señora amabilísima que iba junto a mí me ayudó a acomodar correctamente todos los tiliches que yo había hecho bolas y remetido en esos depósitos laterales diseñados sabiamente para que, en cualquier momento del vuelo, nos acomodemos unos tarugazos en la cabeza de ésos que hasta hacen perder la memoria inmediata y el objeto de nuestro viaje.
Ahí quedaron muy dobladitos mis tiliches. Una vez que vi que era bueno, descansé. No digo que me quedé dormido, me volví piedra de piedra. De mi sueño fui súbitamente arrebatado porque la azafata quería saber si quería yo cacahuates. Creo que la miré con odio, pero pedí mis cacahuates y una Coca de dieta. La solícita matrona que me acompañaba ya había concluido con sus cacahuates y guardó la bolsita (yo creo que la iba a planchar).
Mientras tanto, su Charro Negro estaba en duelo a muerte con los mulas cacahuates que no se abrían y no se abrían, hasta que se abrieron. Fue un movimiento tan violento que se regaron todos y de paso provocaron la volcadura de la Coca que cayó mitad en el regazo de la matrona y mitad en mi recóndito pubis. Se armó un desmadre. La matrona decentísima y muy práctica trató de subsanar el daño. Yo no; pero no lo hago de mala fe. Es que me paralizo, o bien salgo corriendo, pero esto último en un avión no tiene mayor futuro. El caso es que dos pasajeros descendieron en Guadalajara con los bajos humedecidos y encacahuatados.
Llegué a mi hotel, me sometí a un somero aseo de las partes afectadas y me fui a la presentación de nuestro espectáculo. Todo marchó bien, mis compañeros, los Teen Tops, estuvieron a la altura y cosechamos buenos aplausos.
En la alta noche, bastante fría por cierto, regresamos al hotel, nos deseamos las buenas noches y pactamos nuestro regreso a México. Después me perdí. ¡Me perdí!, tras mucho caminar con ese estilo que llamamos “a lo idiota”, regresé a la administración, pregunté por mi cuarto y ya me condujeron. Más cosas me pasaron, pero ya no caben. El caso es que milagrosamente estoy de regreso para decirles que me encanta platicar con ustedes. Hoy toca.
¿Qué tal durmió? MCLX (1160)
¿Y los 18 muertos en Campeche a quién se los cargamos?

Germán Dehesa es escritor y profesor universitario con Licenciatura en Letras Hispánicas por la UNAM.
Cualquier correspondencia con esta columna densamente familiar, favor de dirigirla a [email protected] (D.R.)
 

Puma727

Well-Known Member
Je je je!! muy ameno el relato....
(¿notan la diferencia entre este relato y aquel que pusieron de Loaeza?, cuestion de estilos, diran, pero me quedo mil veces con la manera de ver la vida de este Sr.)
 

voladorcap

Active Member
Mientras tanto, su Charro Negro estaba en duelo a muerte con los mulas cacahuates que no se abrían y no se abrían,

jaja muy chido muy familiar. como dice hasta abajo.


lo de los cacahuates me paso un par de veces pero ya les agarre el modo.
 

Jair Lopez

Well-Known Member
A mi me encanta leer a German Dehesa ha escrito un par de editoriales de sus vuelos y me dan mucha risa, lo de los cacahuates no me ha pasado pero me ha sido el que le toca bajar con los pantalones mojados por el cuate de al lado y la batalla eterna Hombre-Bolsita de cacahuates Si encuentro los editoriales se los traigo.[/youtube]
 

MADYTOYS

Member
Hoy Toca!

Como el Señor German Dehesa ya no vive sus lectores deberíamos de continuar con la cuenta, misma que dejo en MDCCCXCII (1892) el día 1 de Septiembre del 2010...

Hoy 4 de Septiembre sería:

¿QUÉ TAL DURMIÓ? MDCCCXCV (1895)

¿Alguien ha visto a MONTIEL?. Cuando lo pierdo de vista, me viene como el soroche.

Saludos Sr. Dehesa!
 
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