MIG
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El 6 de septiembre de 1976, los cables y teletipos informaban de un hecho insólito ocurrido en Japón: un piloto de caza soviético, identificado como Viktor Ivanovich Belenko, desertó al Japón, escapando desde la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en uno de los aviones de combate más capaces pero a la vez más secretos de ese país: el MiG-25, código OTAN Foxbat.
La aeronave y su piloto, operaban con el Regimiento de Cazas 513, en Chuguyevka, cuando en un vuelo de rutina, el avión número 31 rojo, a los mandos del teniente Belenko, se separó de su formación, bajando a gran velocidad rumbo al mar. De esta manera, esperaba engañar a sus colegas mientras ponía rumbo al Japón.
El piloto había calculado que podría llegar a la base aérea de Chitose, aunque la mala meteorología, sumada a la falta de indicaciones precisas en sus mapas de los aeródromos japoneses (para evitar deserciones), logró a último momento localizar el aeropuerto de Hakodate, en la isla de Hokkaido.
Esquivando un vuelo comercial, logró aterrizar saliendo de pista e impactando con una antena del sistema ILS. Belenko salió de su aeronave, siendo captado por diversos fotógrafos asombrados por el tamaño y origen del MiG. Con posterioridad, el piloto logró el asilo estadounidense, mientras que los japoneses autorizaron a expertos occidentales examinar detenidamente el avión, no permitiendo volarlo ni sacarlo de esa nación; también pudieron revisar los diversos documentos técnicos traidos por Belenko consigo.
La llegada del MiG-25 permitió desmitificar varias creencias sobre su operación: de ser un supuesto maniobrable jet de caza, era esencialmente un interceptor de bombarderos intercontinentales. Su velocidad superior a Mach 3 solo podía lograrse por cortos periodos, tras lo cual los motores debían ser cambiados. Tecnología supuestamente obsoleta empleada en su fabricación, demostró que en realidad era una excelente manera de optimizar los recursos disponibles en su construcción. Y tras 70 días de exhaustiva investigación, la aeronave fue finalmente devuelta vía marítima por Japón a la URSS en noviembre, marcando un importante punto para Occidente en plena Guerra Fría.
El 6 de septiembre de 1976, los cables y teletipos informaban de un hecho insólito ocurrido en Japón: un piloto de caza soviético, identificado como Viktor Ivanovich Belenko, desertó al Japón, escapando desde la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en uno de los aviones de combate más capaces pero a la vez más secretos de ese país: el MiG-25, código OTAN Foxbat.
La aeronave y su piloto, operaban con el Regimiento de Cazas 513, en Chuguyevka, cuando en un vuelo de rutina, el avión número 31 rojo, a los mandos del teniente Belenko, se separó de su formación, bajando a gran velocidad rumbo al mar. De esta manera, esperaba engañar a sus colegas mientras ponía rumbo al Japón.
El piloto había calculado que podría llegar a la base aérea de Chitose, aunque la mala meteorología, sumada a la falta de indicaciones precisas en sus mapas de los aeródromos japoneses (para evitar deserciones), logró a último momento localizar el aeropuerto de Hakodate, en la isla de Hokkaido.
Esquivando un vuelo comercial, logró aterrizar saliendo de pista e impactando con una antena del sistema ILS. Belenko salió de su aeronave, siendo captado por diversos fotógrafos asombrados por el tamaño y origen del MiG. Con posterioridad, el piloto logró el asilo estadounidense, mientras que los japoneses autorizaron a expertos occidentales examinar detenidamente el avión, no permitiendo volarlo ni sacarlo de esa nación; también pudieron revisar los diversos documentos técnicos traidos por Belenko consigo.
La llegada del MiG-25 permitió desmitificar varias creencias sobre su operación: de ser un supuesto maniobrable jet de caza, era esencialmente un interceptor de bombarderos intercontinentales. Su velocidad superior a Mach 3 solo podía lograrse por cortos periodos, tras lo cual los motores debían ser cambiados. Tecnología supuestamente obsoleta empleada en su fabricación, demostró que en realidad era una excelente manera de optimizar los recursos disponibles en su construcción. Y tras 70 días de exhaustiva investigación, la aeronave fue finalmente devuelta vía marítima por Japón a la URSS en noviembre, marcando un importante punto para Occidente en plena Guerra Fría.