* “Los operativos conjuntos son un desfile solamente, campañas mediáticas que crean expectativas en la sociedad aunque en la realidad NO dan resultados. El inicio se ve bien, hay presencia militar y policiaca pero no paran las ejecuciones ni las balaceras”, denuncia el Comandante Javier Herrera Valles, ex coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal Preventiva
* Con documentos en mano, el jefe policiaco deja al descubierto la cara oculta de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno espurio. Manipulaciones, engaños, ausencia de estrategias de combate, favoritismo y asignación de mandos no aptos oscurecen la guerra que hoy se libra contra el narcotráfico
Se engañan a la sociedad
* Las acciones antinarcóticos NO se realizan con trabajo de inteligencia, por ello siempre que se inician se colocan retenes, porque NO se tiene una idea de dónde está el problema, dónde están las casas de seguridad y se tienen bajas sensibles, como ocurrió en Culiacán por falta de información, afirmó
* Señala que ya envió dos cartas al usurpador Felipe Calderón, la primera en febrero pasado y la segunda el pasado 7 de mayo, y en ambas denuncia actos de nepotismo que incluyen al secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna
Total desorganización y falta de coordinación
La situación en la Policía Federal Preventiva (PFP), dice / Genaro García Luna sigue metiendo gente que NO reúne el perfil para ingresar a la institución / Está corriendo o quitando cargos y presionando a policías que tienen experiencia / Hay descontento
García Luna miente
Mencionó que tenía 3,000 universitarios preparándose en la academia, en la escuela de San Luis Potosí, pero allí hay 900 gentes tomando un curso de alta dirección, NO agentes / Está empeñado en correr al personal con experiencia / Las carreteras están abandonadas, y se están incrementando los asaltos y accidentes / “Haga un recorrido en las carreteras, NO encontrará patrullas en distancias largas. Realmente estamos fuera de orden”
NO sirven los operativos
Es burla para la gente / Se generan molestias para la sociedad civil por que ellos sufren las revisiones / Hay que combatir al crimen con inteligencia, NO colocando a los amigos o familiares en puestos con altos sueldos sólo para ver si dan resultado
MEXICO, D.F., 7 de junio (LA JORNADA/REPORTE INDIGO).- “Los operativos conjuntos son un desfile solamente, campañas mediáticas que crean expectativas en la sociedad aunque en la realidad no dan resultados. El inicio se ve bien, hay presencia militar y policiaca pero no paran las ejecuciones ni las balaceras, y ello genera irritación en la sociedad. Estas acciones no se realizan con trabajo de inteligencia, por ello siempre que se inician se colocan retenes, porque no se tiene una idea de dónde está el problema, dónde están las casas de seguridad y se tienen bajas sensibles, como ocurrió en Culiacán por falta de información”, afirmó en entrevista el comandante Javier Herrera Valles, ex coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal Preventiva.
Señala que ha enviado dos misivas al usurpador Felipe Calderón, la primera de ellas en febrero pasado, la última el pasado 7 de mayo, en ambas, asegura, se denuncian actos de nepotismo que incluyen al secretario de Seguridad Pública (SSP) Federal, Genaro García Luna.
La contratación de comandantes que no acreditaron los exámenes de confianza, el despliegue de patrullas que antes eran usadas para vigilar los tramos carreteros en zonas urbanas, lo que ha generado un aumento de la incidencia delictiva en la red carretera nacional.
El comandante, entregó copia de la segunda carta enviada a Felipe Calderón y los anexos, en los que asegura, están las pruebas de que “se está engañando a la sociedad”, y en la que también hace referencia a que sus padres, originarios de Durango, eran militantes panistas.
Herrera Valles afirma que no ha recibido aún respuesta a sus misivas, pero confía que ésta última sí sea vista por Calderón antes que por el secretario García Luna, quien obtuvo copia del documento enviado a Los Pinos, a pesar de señalar a sus mensajeros, entre ellos el subprocurador de Derechos Humanos de la PGR, Juan de Dios Castro Lozano, que se trataba de un asunto confidencial.
Al igual que en la primera, el comandante, que hoy se encuentra a disposición de personal en espera de que le ordenen realizar alguna misión, señala que “las cosas siguen con grandes irregularidades y campañas operativas que en realidad son mediáticas. Como respuesta a mis denuncias he tenido acoso y de facto se me ha quitado el trabajo. Esta vez, no sólo informé a Calderón, mandé copias a las comisiones de Seguridad Publica tanto del Senado como de la Cámara de Diputados.
-- ¿En este momento cuál es la situación que priva en la PFP?
-- Total desorganización y falta de coordinación. El ingeniero Genaro García Luna sigue metiendo gente que no reúne el perfil para ingresar a la institución; esta corriendo o quitando cargos y presionando a policías que tienen experiencia. Está creciendo el descontento por que están matando compañeros por falta de dirección, de capacitación. Estamos viendo resultados negativos en nuestras actividades por mas que se quiera decir que estamos bien.
-- ¿En que ámbitos esta entrando gente que no cubre el perfil?
-- ¡En todos! Por ejemplo, en el área de inteligencia fue designada una persona que no tiene ni la preparatoria: Benito Roa Lara, es un elemento que llegó con García Luna primero como director de secuestros. “Veamos, hay muchas campañas mediáticas que no nos llevan a ningún lado y aparte, el gasto enorme que conlleva la realización de los operativos al movilizar gente y equipo, que realmente haya resultados. En los operativos de Nuevo León y Tamaulipas se quiso meter gente que repito no cubría el perfil por órdenes superiores.
“Tal fue el ingreso, que no quise firmar de conformidad y sin embargo se hizo, de siete comandantes del AFI que reprobaron los exámenes de confianza.
“García Luna miente a Calderón y a la sociedad Mexicana, mencionó que tenía 3,000 universitarios preparándose en la academia, en la escuela de San Luis Potosí, sin embargo allí hay 900 gentes tomando un curso de alta dirección, no agentes. Pero él está empeñado en correr al personal con experiencia.
“También hay cursos en las academias estatales de seguridad pública, duran tres meses y lo grave, es que por ejemplo, egresaron 110 elementos con perfil de investigadores y en lugar de realizar labores de esa índole fueron enviados al aeropuerto de la Ciudad de México a trabajar como policías uniformados. Tuve que darles un curso de una semana para que tuvieran el conocimiento básico de cómo operar en un aeropuerto”.
- ¿Qué está pasando con al área de despliegue regional, que antes se conocía como Policía Federal de Caminos?
--El área es la encargada de que se vigilen las carreteras y puertos, pero a los elementos los están metiendo a las ciudades a realizar vigilancia urbana y a apoyar cateos que hace la AFI. Realmente nuestras carreteras están abandonadas, y se están incrementando los asaltos y accidentes. Haga un recorrido en las carreteras, no encontrará patrullas en distancias largas. Realmente estamos fuera de orden.
--¿Qué opina de los operativos conjuntos?
--Estoy de acuerdo con la gente que dice que son un desfile solamente, campañas mediáticas que generan expectativas en la sociedad aunque en la realidad no dan resultados. “La sociedad ve tanto despliegue y al ver que siguen los asesinatos y la violencia, pasa a la irritación. Nos paso en Nuevo León, hicimos circuitos pero sin resultados, Si se hace un operativo se tiene que trabajar con servicio de inteligencia.
--¿Hay inteligencia en este momento en la policía federal?
--En lo absoluto. El caso más grave o más triste ocurrió en Culiacán, Sinaloa, mataron ocho elementos de las Fuerzas Federales de Apoyo porque realmente no tenían una idea de dónde esta el problema, dónde hay casa de seguridad y con quién nos estamos enfrentando.
-- ¿Cómo ve en este momento a la delincuencia?
-- Organizada, ellos sí saben dónde encontrarse.
-- ¿De qué sirven los operativos entonces?
-- De nada, de burla de la gente. Se generan molestias para la sociedad civil por que ellos sufren las revisiones. Hay que combatir al crimen con inteligencia, no colocando a los amigos o familiares en puestos con altos sueldos solo para ver si dan resultado.
Así, con documentos en mano, el jefe policiaco Javier Herrera Valles deja al descubierto la cara oculta de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno espurio. Manipulaciones, engaños, ausencia de estrategias de combate, favoritismo y asignación de mandos no aptos oscurecen la guerra que hoy se libra contra el narcotráfico:
Desde el inicio del sexenio de Felipe Calderón, el rol de Genaro García Luna como secretario de Seguridad Pública se mantiene bajo la lupa.
Su cuestionado papel al frente de la Policía Federal Preventiva en el sexenio foxista, así como su protagonismo para recrear capturas de presuntos criminales con fines mediáticos, le ganaron una imagen de policía nada discreto, poco confiable.
Sus roces con los altos mandos de la Secretaría de la Defensa, con elementos de la PGR e incluso con gobernadores, lo instalan como uno de los integrantes más conflictivos del gabinete calderonista.
Hasta hoy sólo podía decirse que se trataba de percepciones, de acusaciones mal intencionadas que buscaban desacreditar su tarea como el responsable de la seguridad nacional.
Hoy, sin embargo, la denuncia tiene un rostro. El de Javier Herrera Valles, un destacado jefe policiaco con más de 30 años de servicio, quien desenfunda su arma del valor civil para revelar lo que califica como un “sabotaje” de García Luna y sus incondicionales hacia el interior de la SSP.
Las acusaciones son claras y están documentadas. Revelan manipulaciones, engaños, favoritismos, ausencia de estrategias y negligencia en la contratación de elementos de seguridad que no pasan ni los exámenes básicos para convertirse en los mandos supremos de la guerra frontal que hoy se libra contra el narcotráfico.
Quizá hoy nadie es capaz de responder a ciencia cierta quién está ganando o perdiendo esta guerra. El tiempo lo dirá.
Pero lo que estos testimonios y documentos descubren es que, sin duda alguna, del lado del gobierno mexicano, esta batalla podría no estar siendo librada con sus mejores hombres.
Conozcamos los detalles.
Ultima llamada
El 7 de mayo de 2008 por la mañana, Javier Herrera Valles tecleó el punto final de su carta dirigida a Felipe Calderón. Le llevó 15 días redactarla en su computadora de escritorio.
“Esperando que mi aportación le sea de utilidad, le reitero la seguridad de mi subordinación y respeto”.
Si la primera carta, que fue difundida públicamente en marzo pasado, era un golpe a las cuentas alegres del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, en su lucha contra el narcotráfico, la segunda, inédita hasta ahora, era un misil.
A sus 53 años, Herrera Valles no es muy afecto a escribir. Pero ésta era la segunda misiva que enviaba a Felipe Calderón en menos de dos meses. Y no era cualquier carta, era una última llamada.
En ella estaban sus respuestas a porqué los operativos contra el crimen organizado encabezados por la SSP no habían tenido resultados después de 18 meses.
Había pasado la noche en vela ajustando los últimos detalles. Quería ser objetivo, y pese a todos los oscuros rumores que corrían en torno a García Luna y su equipo más cercano, sólo se refirió a las irregularidades que tenía documentadas. Menos mal.
Conforme iba redactando, la carta se convirtió, hoja por hoja, en un rosario de trapacerías. Resumir en ocho cuartillas los desmanes que vio y vivió en la SSP debió resultar una tarea titánica para el policía con 30 años de trayectoria.
Hace ocho años, Herrera Valles, comisario general adscrito al Estado Mayor de la SSP, se había convertido en uno de los 23 policías mexicanos aceptados por el FBI para ingresar al General Course of Criminal Justice Education en la Academia Nacional del FBI en Quantico, Virginia.
Llegó ahí, según señala el oficio 0630/00 escrito por Wilfredo Robledo el 21 de junio del año 2000, después de haber aprobado los exámenes de “Control de Confianza, Idioma y Aptitud” del Buró Federal de Investigaciones.
Pero esta última jugada, la segunda carta, era quizá la más difícil de toda su carrera.
Desglosó los principales problemas de la SSP. Los 31 anexos documentales que iban con la carta –un legajo de más de 200 fojas– hacen ver con claridad, incluso hasta para el más ciego, que en vez de fortalecer a la institución, García Luna la ha eclipsado. Sus acciones la sabotean.
Entre García Luna y su círculo más cercano: Francisco Javier Garza Palacios, Armando Espinosa de Benito, Facundo Rosas Rosas, Luis Cárdenas Palomino, el difunto Edgar Eusebio Millán, Ramón Pequeño García, Benito Roa Lara y Osvaldo Luna, técnicamente han desmantelado a la SSP.
Han impuesto al interior de la dependencia la ley del mundo al revés, en el que se hace todo para que nada funcione. ¿Qué nueva clase de estrategia policiaca será ésa?
Las pruebas que entregó Herrera Valles a Calderón explican muchas de las dudas que existen en diversos sectores de la población.
¿Por qué los mandos policiacos toman malas decisiones que repercuten en el fracaso de los operativos? ¿Qué nivel de confianza y preparación tienen los nuevos cuadros de la SSP?
¿Por qué falla el trabajo de inteligencia para combatir al crimen organizado?
¿Quién encabeza hoy los trabajos de la Coordinación de Inteligencia? ¿Ese funcionario está preparado para el cargo?
¿Por qué elementos de la SSP tienen licencias de 180 días y luego se les detiene en actos de delincuencia, o se les manda a comisiones discrecionales? ¿Por qué en las aprehensiones de narcotraficantes que hace el Ejército mexicano aparecen tantos uniformes y credenciales de la AFI y PFP?
¿Por qué los policías son sorprendidos en emboscadas que terminan en sangrientas carnicerías, como la de Culiacán, Sinaloa, ocurrida hace apenas unos días?
La carta fechada el 7 de mayo fue entregada a Calderón a mediados del mismo mes. Se tiene el acuse de recibo de la puerta uno de la Residencia Oficial de Los Pinos.
Si el primer mandatario tenía una venda en los ojos y alguien le vendió la idea de que García Luna era un buen policía, la misiva de Herrera Valles debió caerle como balde de agua fría.
No sólo por las duras palabras con las que Herrera Valles se refería a García Luna:
“Señor Presidente, el Ing. Genaro García Luna le ha mentido y le sigue mintiendo a usted y a la sociedad mexicana, quien continúa con sus arbitrariedades e intimidaciones, manipulando a la Policía Federal Preventiva como una empresa particular….”.
Sino también por la contundencia de los documentos que la acompañaban. Hay copia de esta carta hasta hora inédita.
También de los más de 200 documentos que la sustentan.
En entrevista, Javier Herrera Valles cuenta por primera vez su historia y por qué decidió escribir la segunda carta a Calderón. La carta que hasta ahora la opinión pública desconoce.
Conociendo a García Luna
Antes que nada, habría que decir que Javier Herrera Valles no parece policía. Bueno, no parece policía mexicano.
Su traje sastre gris le sienta como un guante. Su ánimo es tranquilo y seguro.
El legajo de su extenso currículum es casi tan grueso como el de las pruebas en contra de García Luna. Diplomas, condecoraciones, felicitaciones, etcétera.
Se conduce con la confianza de quien acaba de ser nuevamente invitado por el FBI para un curso de reentrenamiento en Santiago de Chile.
La carta de invitación fue dirigida a García Luna luego de la primera misiva que Herrera Valles enviara a Calderón.
Aunque en México comenzó a ser perseguido y denostado, el legendario Robert B. Loosle, ex agente especial a cargo de la División Criminal del FBI en Los Angeles y agregado jurídico del FBI en la Embajada de Estados Unidos en México, afirmó que era de “suma importancia” que Herrera Valles asistiera a dicho curso.
Este es el hombre que ha desnudado la forma en que García Luna maneja la SSP.
Lo conoció en 1999, cuando García Luna era el coordinador de Inteligencia de la PFP, pero prácticamente no hubo ningún trato, ni para bien ni para mal. Herrera Valles entonces estaba al frente de la seguridad del Aeropuerto de la Ciudad de México. Fue hasta diciembre de 2006, cuando García Luna se convirtió en el nuevo secretario de Seguridad Pública, que Herrera Valles comenzó a conocerlo de verdad.
Pronto se dio cuenta de su peculiar estilo.
Herrera Valles era jefe de Distrito de la Zona Centro de la Coordinación de Seguridad Regional y lo enviaron a encabezar los primeros operativos del sexenio.
Primero a Michoacán, con 200 elementos y 40 radiopatrullas. Los mandaron sin planeación, sin trabajo de inteligencia previo, sin instrucciones claras, a ciegas.
Aunque iban literalmente armados, en realidad fueron a la guerra sin fusil. Era una operación destinada al fracaso.
Ese fue el primer gran operativo del sexenio. El Operativo Michoacán, que con bombo y platillo anunció Calderón en su tierra natal. Ahora se entiende por qué los resultados fueron tan pobres.
Después, Herrera Valles partió a Guerrero con otros 200 elementos. Cien de ellos no tenían siquiera licencia para portar armas. Tampoco hubo ninguna estrategia. Más bien parecía que la estrategia era fallar. Aunque primero los mandaron a cuidar las carreteras, terminaron vigilando a los turistas en el malecón.
Herrera Valles considera que cualquier policía con mínimo sentido común sabría que de esa forma era imposible atrapar a los capos del narcotráfico y poner orden en las calles. Lo mismo en Nuevo León que en Tamaulipas.
Quien le daba órdenes era Francisco Javier Garza Palacios, entonces comisionado de la División de Proximidad Social de la PFP, cargo inexistente en el reglamento interno. Actualmente funge como enlace policial en la Embajada de México en Colombia.
Mucha gente se pregunta por qué si mandan y mandan policías a la zona, los narcos siguen haciendo lo que quieren. Esta es una de las razones. La cosa se puso peor cuando Javier Herrera Valles fue nombrado coordinador de Seguridad Regional de la PFP en mayo de 2007.
En agosto de ese año, García Luna ordenó incorporar a la Coordinación de Seguridad Regional de la PFP, responsable de vigilar las carreteras, a 12 comandantes de la AFI, corporación que García Luna encabezó hasta el 30 de noviembre de 2006. Los quería para ocupar cargos de comisarios y la Dirección General Adjunta.
Siete de ellos, delegados de la AFI, reprobaron los exámenes de confianza: polígrafo, toxicológico y psicológico. Entre ellos estaban Martín Armendáriz Chaparro y Artemio Juárez García. Esos dos sujetos fueron arraigados en febrero de 2003 durante 90 días. Fueron acusados por su probable participación en el homicidio de su jefe, el comandante Rubén Castillo Conde, en Mexicali, Baja California.
“La línea de investigación más sólida, hasta el momento, se relaciona con el decomiso de 370 kilos de cocaína que fue descubierta en Mexicali el 13 de enero pasado por elementos del Ejército Mexicano y personal de la UEDO”, publicó Milenio Diario.
Aun así, se le pidió a Herrera Valles firmar unas cartas responsivas que decían que los elementos contaban con los requisitos de ingreso y permanencia. El asegura que no firmó. Casi con calzador, quien tuvo que dar las cartas responsivas fue Facundo Rosas Rosas, actual subsecretario de la dependencia, quien ocupaba la Coordinación de Inteligencia. Después, esos elementos fueron enviados al área de Herrera Valles.
La Coordinación de Seguridad Regional se encarga de vigilar las vías generales de comunicación, puertos, aeropuertos y puntos fronterizos.
En enero de 2004, Artemio Juárez García volvió a ser arraigado por la desaparición de un cargamento de cocaína y heroína que fue incautado en el Aeropuerto de la Ciudad de México. Otra vez la libró.
¿Por qué se empeñó el equipo de García Luna en meterlo a la PFP? ¿Esos son los elementos que van ganando la “guerra” contra el narcotráfico?
La primera carta
Cuando se negó a firmar las cartas responsivas, comenzaron las hostilidades contra Javier Herrera Valles.
El 12 de febrero de 2008 fue relevado del cargo por Facundo Rosas Rosas, entonces comisionado de la PFP. Se le ordenó presentarse ante el Estado Mayor de la PFP. Desde entonces no le es encomendada tarea alguna y fue suspendido el pago de su sueldo sin motivo aparente. El 15 de febrero, Herrera Valles mandó la primera carta a Calderón.
En ella planteó lo que estaba a la vista. Como responsable de la Agencia Federal de Investigaciones, García Luna había entregado malas cuentas.
“Encargada de combatir la delincuencia organizada, misma que no pudo contener, sino al contrario se fortaleció e incrementó el narcomenudeo en nuestro país”.
Habló de los engaños de García Luna. Los operativos a los que fue enviado: Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, sin ninguna estrategia. También señaló la presencia del chofer de García Luna, Oswaldo Luna Valderrábano, como jefe del Estado Mayor de la PFP.
Documentó la misiva con cuatro anexos. Esperaba que esto fuera suficiente para despertar el interés del jefe del Ejecutivo y que iniciara una investigación.
“Por todo lo anterior, de forma respetuosa y atenta, solicito a usted señor Presidente, designe a alguna persona de su confianza, ajena totalmente a la gente del Ing. Genaro García Luna, para que efectúe un análisis de lo anteriormente citado y esté en posibilidad de conocer la veracidad de lo aquí escrito”.
No hubo respuesta de Calderón.
Ni una palabra.
Herrera Valles afirma que la carta fue interceptada por García Luna. Por eso decidió hacerla pública a través los medios de comunicación. Pensó que al hacerlo, salvaguardaría su vida. Después logró que la carta llegara a Calderón a través de su secretario particular César Nava.
La segunda carta
A raíz de ello, Herrera Valles y su familia comenzaron a ser espiados. El hostigamiento fue en aumento. El 14 de marzo de 2008, a su hijo Javier Herrera Valles comenzó a escribir la segunda misiva el 22 de abril, luego de que él y su esposa fueran fotografiados y videograbados cuando ella fue a recogerlo a las oficinas de la PFP.
El comisario general había logrado acumular más pruebas sobre las irregularidades en la SSP. Pruebas que escandalizarían a cualquiera. Una vez que se aseguró de que Calderón había recibido la carta, Herrera Valles autorizó a que se publicara.
“Señor Presidente, el Ing. Genaro García Luna ha mentido y le sigue mintiendo a usted y a la sociedad mexicana, quien continúa con sus arbitrariedades e intimidaciones, manipulando a la Policía Federal Preventiva como una empresa particular, en donde ingresan los amigos, familiares y recomendados, con altos puestos y grados jerárquicos quienes en su mayoría
no reúnen los requisitos para ingresar a la Institución...”.
La denuncia de Herrera Valles tiene tres puntos medulares:
1. Personal con pésima reputación pública que reprueba los exámenes de confianza y aun así ingresa a la PFP, violando todas las normas y la seguridad de los operativos. O personal que ni siquiera tiene terminada la preparatoria.
2. Otorgamiento de licencias a personal por más de 180 días sin justificación alguna, sin rendir cuentas a nadie, lo cual podría prestarse a que estos elementos uniformados anduvieran como escoltas de narcotraficantes.
3. Personas sin capacitación, salidas del escritorio, que son enviadas a hacer tareas de inteligencia y se convierten en carne de cañón, así como personal especializado en un área que es enviado a realizar tareas que le son totalmente ajenas. Estos son algunos ejemplos de lo que boicotea la operación de la SSP.
La jaula de los locos
Tal parece que la regla en la SSP es que entren los peores elementos. Esa es la línea que sigue el Comité de Reclutamiento, Selección e Ingreso de la PFP, encabezado por el ex chofer de García Luna, Oswaldo Luna Valderrábano, jefe del Estado Mayor. También lo integran Miguel Angel Quiroz, director del Area de la Coordinación de Inteligencia para la Prevención; Edgar Ascencio Ortiz, como representante del coordinador del Instituto de Formación; Arturo Corona González, como representante del coordinador de Seguridad Regional; Mario Varela López, como representante del coordinador de Servicios Técnicos.
Asimismo, Marco Antonio Vázquez Rosales, de la Unidad Administrativa de Asuntos Jurídicos; Guillermo González Medina, de la Coordinación de Administración y Servicios; José Martínez Díaz, de la Coordinación de Transportes Aéreos, y Mónica Jeanete Rodríguez, de la Coordinación de Fuerzas Federales de Apoyo.
El 19 de septiembre de 2007 se realizó una reunión para decidir el ingreso de ocho elementos a la PFP. Entre ellos Nahum García Martínez, quien fue director de Atención de Mandamientos Ministeriales de la AFI en 2005. Hombre del equipo de García Luna y presunto involucrado en el caso del homicidio de Enrique Salinas de Gortari por contradicción en sus declaraciones ante el ministerio público.
La reunión se convirtió en la jaula de los locos. La minuta quedó así:
“Propuesta: La inspector en jefe Gabriela Peláez Acero, director general adjunta de Control de Confianza, informó cada una de las fases del proceso de evaluación y cuáles fueron los resultados del aspirante propuesto por el Estado Mayor para ingresar a la institución y las causas por la cuales se consideró que no cumple con el perfil requerido.
“Por lo anterior el Inspector Luis Romero García, representante del Estado Mayor, al conocer el resultado del aspirante manifestó que cuenta con el perfil requerido, tiene buenos antecedentes laborales, experiencia y además reúne las características que necesita para las funciones que desempeñará; lo que permitirá fortalecer a esa Unidad Administrativa, así como integrar personal de confianza del titular”.
Y así, haciendo oídos sordos a que no había pasado los exámenes de confianza: polígrafo, toxicológico y psicológico, se aprobó el ingreso de Nahum García Martínez. Los mismo ocurrió con los otros siete elementos: Vicente Ibarra González, en Comunicación Social; Juan Roberto Rogel García, Miguel Elías Rivas Mora, Miguel Angel Ortega Mejía y Juan Trujillo Martínez en la Coordinación de Administración y Servicios.
El trámite para el ingreso de Eduardo Marcos Castrejón a la Coordinación del Instituto de Formación fue pospuesto para otra reunión a pesar de que él sí había pasado las evaluaciones de la Dirección General de Control de Confianza.
“El Lic. Nahum García Martínez ingreso como Jefe de la sección I del Estado Mayor de la PFP con el grado jerarquico de inspector en jefe y cargo de Director General Adjunto…”, señala Herrera Valles en su segunda carta al presidente.
Otro caso escandaloso es el de Benito Roa Lara. Fue incorporado a la PFP en enero de 2007 pese a que no tenía la preparatoria terminada, lo cual es requisito indispensable, incluso para presentar los exámenes de control de confianza.
En una carta fechada el 1 de febrero de 2007, Roa Lara, perteneciente a la burbuja de García Luna, se comprometió a terminar la educación media superior en un plazo no mayor a tres años. Qué considerado. Fue colocado como director general de Secuestros y Robos con el cargo de Inspector
General.
Hoy es el flamante coordinador de Inteligencia de la SSP. Lo que significa que es el responsable de las tareas de inteligencia contra el crimen organizado.
La gran pregunta es, ¿qué labor tan importante iba a hacer Nahum García para meterlo a la fuerza? Su tarea es asignar las plazas en la PFP y hacer los cambios de personal. Es un área susceptible al tráfico de plazas. Una vez que llegó a su nuevo cargo, comenzó a dar licencias hasta por 180 días. Es el caso del suboficial Francisco Javier Ruíz García (del 22 de octubre de 2007 al 18 de abril de 2008).
“Sin tener facultades reglamentarias y efectuó cambios de adscripción de personal dentro del territorio nacional”, indica Herrera Valles en su segunda carta a Felipe Calderón.
Era la tercera licencia para Ruíz García, aunque el personal sólo tiene derecho a dos. ¿Para qué quería tantos permisos? Mientras gozaba de su licencia, los medios de comunicación publicaron que Ruíz García había sido detenido por un caso de vehículos blindados robados.
En la era de García Luna también se dan comisiones discrecionales. Edgar Eusebio Millán, asesinado el 7 de mayo pasado, daba órdenes para comisionar elementos en diferentes partes de la República, todos con derecho a viáticos sin comprobar.
Herrera Valles denuncia que quienes van a esas comisiones no rinden informes de lo que hacen.
Un ejemplo es la comisión asignada al comisario Alfonso Ayala Romero el 25 de enero de 2008.
Del 26 de enero al 6 de febrero estuvo en Reynosa, Tamaulipas. Pero, simultáneamente, como si tuviera el don de la ubicuidad, también fue enviado a Monterrey, Nuevo León, del 31 de enero al 14 de febrero de 2008.
Un caso similar sucedió con Juan Pablo Carpio Huguez, elemento de la PFP ejecutado el 16 de abril pasado en Guadalajara, Jalisco.
“Tras las investigaciones se pudo saber que el agente de la Federal de Caminos había sido arraigado por la Procuraduría General de la República en el Distrito Federal y había sido consignado a un juez de distrito por delincuencia organizada”, publicó el diario El Occidental.
Presuntamente, Carpio Huguez era uno de los famosos elementos en comisión, aunque la SSP dijo que había abandonado el trabajo. Desde que iniciaron los operativos contra el crimen organizado, en las detenciones realizadas por el Ejército es frecuente encontrar uniformes de PFP o AFI e, incluso, sujetos con credenciales.
Cuando esto sucede, la SSP argumenta que se trata de elementos que abandonaron el empleo. Sin embargo, Herrera Valles
señala que algunos de ellos forman parte de los grupos que están en comisión.
Carne de cañón
Cuando a José Ignacio Badillo Jasso, licenciado en administración, le dijeron que ya no contestaría los teléfonos en el Centro Nacional de Atención Ciudadana para capturar las quejas de la población, y que se iría a Tijuana, nunca pensó que terminaría con una bolsa de plástico en la cabeza y huellas de tortura en todo el cuerpo.
El 17 de abril de 2008, a las 5:20 de la madrugada, fueron encontrados en Tecate, Baja California, a un lado de la hoy tristemente célebre iglesia El Nazareno, los cuerpos de tres hombres torturados. Todos tenían el tiro de gracia. Se trataba de los elementos de la PFP José Ignacio Badillo Jasso, Guillermo Cuhautla Hernández y Manuel Alejandro Arellano Figueroa. Este último, de 28 años, había ingresado a la corporación apenas cinco meses antes. Si a Badillo Jasso no lo hubieran pasado
de telefonista a investigador de narcos, seguramente aún estaría vivo.
“Esta reacción del crimen organizado es muestra de cómo el Estado mexicano lo está combatiendo de manera sistemática, en una ofensiva sin precedentes”, dijo Genaro García Luna el 3 de mayo pasado durante un homenaje póstumo colectivo para los policías muertos, entre ellos Badillo Jasso. ¿No fue reacción del sabotaje interno en la SSP?
Javier Herrera Valles denuncia que en enero de 2008 recibió a 110 elementos egresados de la Academia Estatal de Seguridad Pública de San Luis Potosí que venían de un “curso policial con perfil de investigadores” cuya duración es de tres meses. En lugar de mandarlos a la Coordinación de Inteligencia, fueron asignados al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Y quienes trabajaban en la vigilancia del aeropuerto y estaban capacitados para ello, fueron enviados a patrullar las carreteras federales. Un sinsentido.
“Lo que da una idea clara de cómo se improvisan las actividades a los elementos para que realicen operaciones distintas a las que les capacitó originalmente, con el consiguiente riesgo para los oficiales”, señala Herrera Valle en la segunda carta que hizo llegar a Felipe Calderón. Pero esto no es lo peor. A algunos, esas decisiones les cuestan la vida.
Que haga algo
Aunque el maestro Juan de Dios Castro, panista y subprocurador de Derechos Humanos de la PGR, le aconsejó que no entregara ni una carta sobre Genaro porque era el “consentido” del jefe del Ejecutivo, Javier Herrera Valles tiene la esperanza de que su segunda misiva sea atendida por Calderón.
Advierte que si no se hace algo pronto para resolver el sabotaje interno que prevalece en la SSP, la dependencia quedará desmantelada.
“C. Presidente me dirijo nuevamente a usted con la intención de hacer de su superior conocimiento lo que está pasando en el interior de la Policía Federal Preventiva, aportando elementos de prueba que tengo en mi poder, con el firme convencimiento de que en el problema de inseguridad pública que vive nuestro país, si no somos parte de la solución somos parte del problema, y aunque ya pasaron más de dos meses de que le denuncié estos hechos y ahora aporto mayor información de la conducción ineficiente y prepotente del Ingeniero Genaro García Luna, en donde privilegia el desorden, el influyentismo y la cultura del amiguismo, donde tuvo tiempo de maquillar muchas irregularidades, no puede borrar todas las evidencias de sus malos manejos, ni el de sus colaboradores”.
Y lo dice con razón. Además de todas las irregularidades señaladas, García Luna dio una plaza a su ex jefe en el CISEN, Humberto Martínez González, a pesar de que éste no cumplía el requisito de la edad. Está como encargado de servicios técnicos, así que es el responsable de las intervenciones telefónicas.
A su hermana Esperanza García Luna, quien también trabaja en la SSP, la ascendió a jefa de la Unidad de Policía Cibernética y Delitos Contra Menores. Su sueldo pasó de 60 mil a 190 mil pesos mensuales.
La mañana del 7 de mayo de 2008, Herrera Valles rompió el silencio una vez más.
Hoy el balón está en la cancha de Calderón, y también de los diputados y funcionarios del gobierno federal que recibieron copia de la misiva.
“Actualmente curso la Maestría en Criminología y durante 30 años de antigüedad no he tenido problema alguno por comportamiento o en la prestación de mi servicio, dentro y fuera de la corporación, por lo que me atrevo a enviarle mi currículum vital, así como un ejemplar del libro ‘La historia del PAN en Durango’ de la autoría de mi señor padre Don José de la Luz Herrera (QEPD), hombre honesto con una idea muy clara de que este país iba a cambiar con gobernantes comprometidos con la sociedad mexicana”, escribió Herrera Valles como penúltimo párrafo de su carta dirigida a otro panista. A Felipe Calderón.
(Reporte Indigo/Anabel Hernández/LA JORNADA)