"Habemus papam" Francisco I

Jair Lopez

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Pues si les callo de sorpresa a muchos, lo que si da risa son las declaraciones de Mancera diciendo que el proximo Papa podria ser Latino, ni en el mismo Vaticano saben todavia y Mancera ya queriendo salir en la foto, entonces la eleccion del Nuevo Papa es mediante Conclave verdad?
 

Cougar222

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¿Será el fin de... la prensa escrita?

Tan de sorpresa la noticia que en latinoamerica, la edición impresa de los diarios no traen la noticia.
 

Jorge Martinez

Administrator
Pues si les callo de sorpresa a muchos, lo que si da risa son las declaraciones de Mancera diciendo que el proximo Papa podria ser Latino, ni en el mismo Vaticano saben todavia y Mancera ya queriendo salir en la foto, entonces la eleccion del Nuevo Papa es mediante Conclave verdad?
Siempre es por Conclave. Lo interesante es que los Cardenales estaban reunidos en Consistorio (reunion de cardenales). Aunque no todos estaban ahi, es como en la politica: pistoletazo de salida para la eleccion.

Aunque en realidad no todos los Cardenales tienen voto (solo los menores de 80 anios al 28 de Febrero), tambien es cierto que cualquier bautizado tecnicamente puede ser electo. De paso, el Conclave es 100% secreto: las penas de acuerdo al Derecho Canonico son severisimas para quien intente violentar ese secreto (o ejercer presiones al interior del Conclave).
 

Puma727

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¿Será el fin de... la prensa escrita?

Tan de sorpresa la noticia que en latinoamerica, la edición impresa de los diarios no traen la noticia.
La primera mención de tal noticia la leí en Twitter por ahi de las 5 de la mañana de hoy 11/Feb. Demasiado tarde para las ediciones impresas de los diarios.

Una noticia completamente inesperada. En lo personal, desconcertante. Sin embargo, él sabrá sus motivos. Y por derecho canónico, lo puede hacer sin problema.
 

MD88

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Renuncia largamente anunciada

+ Renuncia largamente anunciada

+ Vaticano, west wing de la iglesia



Aunque los despachos de prensa señalaban ayer la sorpresiva renuncia de Benedetto XVI al papado, en realidad era tema central en las conversaciones desde mediados de abril del 2011: el Papa había dejado entrever en el 2011 que podría renunciar al cumplir los 85 años de edad en abril del 2012.


En todo caso, lo que ha llevado al análisis más de fondo es el contexto de la renuncia: la crisis en la seguridad papal el año pasado cuando el mayordomo papal filtró cartas privadas del Papa donde se revelaron luchas por el poder en la Curia romana, amenazas de muerte contra Benedetto, deseos de abandonar la silla gestatoria y corrupción asociada a lavado de dinero.


Si como prefecto de Congregación para la Doctrina de la Fe había sido uno de los más duros cancerberos del Papa Juan Pablo II y su designación como Papa en el 2005 garantizaba la continuidad de la agenda del Vaticano, en los hechos la edad fue minando la fuerza no tanto para viajar o redactar él mismo sus discursos sino para moverse en las intrigas del poder que domina la vida cotidiana en el medio kilómetro cuadrado de Ciudad del Vaticano y sobre todo en las bóvedas de la Basílica de San Pedro.


El régimen de gobierno del Vaticano es bastante complejo: su sistema de monarquía absoluta, electa y teocrática gobierna sobre más de mil millones de personas en todo el mundo que profesan la fe católica romana, pero con una influencia que le permite meterse en otras naciones porque como congregación religiosa tiene representantes religiosos en los sacerdotes en otros países que son designados desde Roma y por ello esos sacerdotes responden a un príncipe extranjero. Así, además de una estructura de fe, el Vaticano constituye una red internacional de poder terrenal.


Más que el contenido escandaloso de las revelaciones filtradas por el mayordomo del Papa, el llamado Vatileaks exhibió las intrigas dentro de Ciudad del Vaticano y arrolló el prestigio de importantes figuras. Una vez que el mayordomo Paolo Gabriele fue encarcelado, Benedetto XVI se entrevistó en privado con él y luego promovió su libertad. Algunas fuentes revelaron que había mucho más de la vida interna en el Vaticano que podría salir a la luz y que el costo del silencio había sido la liberación.


La versión de la renuncia del Papa que había sido difundida en 2011 por el periodista Antonio Socci fue desmentida en septiembre de 2011 por el entonces y aún hoy vocero del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi; aunque dijo que los rumores eran “infundados”, Socci se había basado en una entrevista a Peter Seewald, para el libro Luz del mundo, en la que Benedetto XVI afirmó:


“Cuando un Papa se da cuenta claramente que no tiene capacidad física, mental o sicológica para llevar adelante la tarea que se le encomendó, entonces tiene derecho, y en algunos casos el deber, de renunciar”.


La edad es ya una situación de hecho en algunas decisiones: Juan Pablo II excluyó de voto para elegir Papa a cardenales mayores a 80 años y los obispos deben de pasar a retiro a los 75 años como jubilación obligatoria. Benedetto XVI asumió el papado a los 78 años de edad.


Por la secrecía, por el escándalo de los papeles del Vaticano revelados y por la agenda de la crisis en la fe religiosa católica ante el avance del islamismo, la renuncia de Benedetto XVI significa una fase de crisis en la dirección política y religiosa del Vaticano. Los sucesores enlistados --casi una veintena-- carecen de trabajo previo, no disfrutan de redes de poder político y se encuentran aislados en los ánimos de los 124 cardenales que pueden votar, de los 212 existentes.


La agenda terrenal del Vaticano se había distendido por el fin de la guerra fría y por el papel activo de Juan Pablo II en el desmoronamiento del régimen comunista de Polonia y de la Unión Soviética. La revelación de documentos privados había sido un escándalo mediático por el tono de algunas revelaciones, pero en realidad no había cimbrado las estructuras religiosas y de poder de la Curia romana. El carisma de Juan Pablo II y la fuerza inicial de Benedetto XVI habían permitido una continuidad de tareas políticas y religiosas. Los escándalos del Banco Vaticano y sus fraudes y la muerte de Juan Pablo I a treinta y tres días de su ascenso habían sido descontados por la fuerza del poder religioso de Roma.


La sucesión de Benedetto XVI se moverá en tres coordenadas: la edad, los planes de reorganización de la estructura de poder de la Curia romana y el país de origen del próximo Papa. Juan Pablo II fue polaco y Benedetto XVI nació en Alemania y durante siglos el Papa salía de Italia. Por lo pronto, en el entorno de Benedetto XVI pululan cardenales con orígenes diversos: Canadá, Nueva Guinea, Honduras, Estados Unidos e Italia.


En la lista de una veintena de cardenales que han aparecido en algunos despachos de prensa no destaca ninguna figura destacada porque Benedetto XVI atenuó las luchas políticas. En este sentido, el próximo Papa saldrá de los acuerdos de última hora que comiencen a hacerse entre los 124 cardenales votantes, de nueva cuenta ya sin la influencia decisiva de los italianos.


Las designaciones de los Papas obedecen a acuerdos por objetivos: Juan XXIII promovió la apertura de la iglesia, Paulo VI quedó atrapado en la guerra fría, Juan Pablo I murió a los treinta y tres días de electo, Juan Pablo II fue el papa que “llegó del frío” comunista y su tarea fue contribuir a la derrota de la URSS y Benedetto XVI trató de continuar la tarea de control interno de la iglesia y se consideró siempre como un Papa del interregno.


La designación de su sucesor permitirá saber si realmente su papado fue bisagra para un nuevo ciclo, si se cumpliría la profecía del fin de la iglesia católica o si Roma tratará de reconstruir su fuerza moral y religiosa que salió lastimada por los nuevos derechos sexuales en el mundo occidental. Todo dependerá del perfil y la edad del nuevo Papa.




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@carlosramirezh




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MD88

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El "banco del Vaticano" tiene nuevo presidente

El alemán Ernst von Freyber es el nuevo presidente del “banco del Vaticano”.


Por Uno Noticias, http://www.unotv.com/
Última actualización: 15/02/2013


La comisión de cardenales que supervisa el Instituto para las Obras de Religión (IOR), también conocido como el "banco del Vaticano", designó este viernes al abogado alemán Ernst von Freyberg como nuevo presidente de dicho organismo, confirmó el vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi.


Von Freyberg, de 58 años, sustituye al italiano Ettore Gotti Tedeschi, quien fue destituido el 24 de mayo del pasado año por el Consejo de Supervisión de la institución. Fue nombrado por la Comisión Cardenalicia que vigila el funcionamiento del IOR, al tiempo que el papa Benedicto XVI ha dado su consentimiento.


El 24 de mayo del pasado año, un día antes de que estallara totalmente el escándalo "Vatileaks", referente a la filtración de documentos privados del Papa y cuando fue detenido su mayordomo, Paolo Gabriele, el Consejo Supervisor del IOR destituyó al presidente de la entidad, el economista italiano Ettore Gotti Tedeschi.


Gotti Tedeschi, de 67 años, presidente del Santander Consumer Bank, había sido nombrado titular del "banco del Vaticano" el 23 de septiembre de 2009. Está siendo investigado por la Fiscalía de Roma desde septiembre de hace dos años por supuesta violación de las normas sobre “blanqueo” de dinero.


El IOR, con sede en la Ciudad del Vaticano, fue fundado por Pío XII en 1942, tiene personalidad jurídica propia y su única sede está en el Vaticano.





http://noticias.prodigy.msn.com/internacional/el-banco-del-vaticano-tiene-nuevo-presidente
 

MD88

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El hombre que estorbaba


Domingo, 24 de febrero de 2013 | 4:30 am


No sé por qué ha sorprendido tanto la abdicación de Benedicto XVI; aunque excepcional, no era imprevisible. Bastaba verlo, frágil y como extraviado en medio de esas multitudes en las que su función lo obligaba a sumergirse, haciendo esfuerzos sobrehumanos para parecer el protagonista de esos espectáculos obviamente írritos a su temperamento y vocación. A diferencia de su predecesor, Juan Pablo II, que se movía como pez en el agua entre esas masas de creyentes y curiosos que congrega el Papa en todas sus apariciones, Benedicto XVI parecía totalmente ajeno a esos fastos gregarios que constituyen tareas imprescindibles del Pontífice en la actualidad. Así se comprende mejor su resistencia a aceptar la silla de San Pedro que le fue impuesta por el cónclave hace ocho años y a la que, como se sabe ahora, nunca aspiró. Solo abandonan el poder absoluto, con la facilidad con que él acaba de hacerlo, aquellas rarezas que, en vez de codiciarlo, lo desprecian.


No era un hombre carismático ni de tribuna, como Karol Wojtyla, el Papa polaco. Era un hombre de biblioteca y de cátedra, de reflexión y de estudio, seguramente uno de los Pontífices más inteligentes y cultos que ha tenido en toda su historia la Iglesia católica. En una época en que las ideas y las razones importan mucho menos que las imágenes y los gestos, Joseph Ratzinger era ya un anacronismo, pues pertenecía a lo más conspicuo de una especie en extinción: el intelectual. Reflexionaba con hondura y originalidad, apoyado en una enorme información teológica, filosófica, histórica y literaria, adquirida en la decena de lenguas clásicas y modernas que dominaba, entre ellas el latín, el griego y el hebreo. Aunque concebidos siempre dentro de la ortodoxia cristiana pero con un criterio muy amplio, sus libros y encíclicas desbordaban a menudo lo estrictamente dogmático y contenían novedosas y audaces reflexiones sobre los problemas morales, culturales y existenciales de nuestro tiempo que lectores no creyentes podían leer con provecho y a menudo –a mí me ha ocurrido– turbación. Sus tres volúmenes dedicados a Jesús de Nazaret, su pequeña autobiografía y sus tres encíclicas –sobre todo la segunda, Spe Salvi, de 2007, dedicada a analizar la naturaleza bifronte de la ciencia que puede enriquecer de manera extraordinaria la vida humana pero también destruirla y degradarla– tienen un vigor dialéctico y una elegancia expositiva que destacan nítidamente entre los textos convencionales y redundantes, escritos para convencidos, que suele producir el Vaticano desde hace mucho tiempo.


A Benedicto XVI le ha tocado uno de los periodos más difíciles que ha enfrentado el cristianismo en sus más de dos mil años de historia. La secularización de la sociedad avanza a gran velocidad, sobre todo en Occidente, ciudadela de la Iglesia hasta hace relativamente pocos decenios. Este proceso se ha agravado con los grandes escándalos de pedofilia en que están comprometidos centenares de sacerdotes católicos y a los que parte de la jerarquía protegió o trató de ocultar y que siguen revelándose por doquier, así como con las acusaciones de blanqueo de capitales y de corrupción que afectan al banco del Vaticano. El robo de documentos perpetrado por Paolo Gabriele, el propio mayordomo y hombre de confianza del Papa, sacó a la luz las luchas despiadadas, las intrigas y turbios enredos de facciones y dignatarios en el seno de la curia de Roma enemistados por razón del poder.


Nadie puede negar que Benedicto XVI trató de responder a estos descomunales desafíos con valentía y decisión, aunque sin éxito. En todos sus intentos fracasó, porque la cultura y la inteligencia no son suficientes para orientarse en el dédalo de la política terrenal y enfrentar el maquiavelismo de los intereses creados y los poderes fácticos en el seno de la Iglesia, otra de las enseñanzas que han sacado a la luz esos ocho años de pontificado de Benedicto XVI, al que, con justicia, L’Osservatore Romano describió como “un pastor rodeado por lobos”.


Pero hay que reconocer que gracias a él por fin recibió un castigo oficial en el seno de la Iglesia el reverendo Marcial Maciel Degollado, el mejicano de prontuario satánico, y fue declarada en reorganización la congregación fundada por él, la Legión de Cristo, que hasta entonces había merecido apoyos vergonzosos en la más alta jerarquía vaticana. Benedicto XVI fue el primer Papa en pedir perdón por los abusos sexuales en colegios y seminarios católicos, en reunirse con asociaciones de víctimas y en convocar la primera conferencia eclesiástica dedicada a recibir el testimonio de los propios vejados y de establecer normas y reglamentos que evitaran la repetición en el futuro de semejantes iniquidades. Pero también es cierto que nada de esto ha sido suficiente para borrar el desprestigio que ello ha traído a la institución, pues constantemente siguen apareciendo inquietantes señales de que, pese a aquellas directivas dadas por él, en muchas partes todavía los esfuerzos de las autoridades de la Iglesia se orientan más a proteger o disimular las fechorías de pedofilia que se cometen que a denunciarlas y castigarlas.


Tampoco parecen haber tenido mucho éxito los esfuerzos de Benedicto XVI por poner fin a las acusaciones de blanqueo de capitales y tráficos delictuosos del banco del Vaticano. La expulsión del presidente de la institución, Ettore Gotti Tedeschi, cercano al Opus Dei y protegido del cardenal Tarcisio Bertone, por “irregularidades de su gestión”, promovida por el Papa, así como su reemplazo por el barón Ernst von Freyberg, ocurren demasiado tarde para atajar los procesos judiciales y las investigaciones policiales en marcha relacionadas, al parecer, con operaciones mercantiles ilícitas y tráficos que ascenderían a astronómicas cantidades de dinero, asunto que solo puede seguir erosionando la imagen pública de la Iglesia y confirmando que en su seno lo terrenal prevalece a veces sobre lo espiritual y en el sentido más innoble de la palabra.


Joseph Ratzinger había pertenecido al sector más bien progresista de la Iglesia durante el Concilio Vaticano II, en el que fue asesor del cardenal Frings y donde defendió la necesidad de un “debate abierto” sobre todos los temas, pero luego se fue alineando cada vez más con el ala conservadora, y como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la antigua Inquisición) fue un adversario resuelto de la Teología de la Liberación y de toda forma de concesión en temas como la ordenación de mujeres, el aborto, el matrimonio homosexual e, incluso, el uso de preservativos que, en algún momento de su pasado, había llegado a considerar admisible. Esto, desde luego, hacía de él un anacronismo dentro del anacronismo en que se ha ido convirtiendo la Iglesia. Pero sus razones no eran tontas ni superficiales y quienes las rechazamos tenemos que tratar de entenderlas por extemporáneas que nos parezcan. Estaba convencido de que si la Iglesia católica comenzaba abriéndose a las reformas de la modernidad su desintegración sería irreversible y, en vez de abrazar su época, entraría en un proceso de anarquía y dislocación internas capaz de transformarla en un archipiélago de sectas enfrentadas unas con otras, algo semejante a esas iglesias evangélicas, algunas circenses, con las que el catolicismo compite cada vez más –y no con mucho éxito– en los sectores más deprimidos y marginales del Tercer Mundo. La única forma de impedir, a su juicio, que el riquísimo patrimonio intelectual, teológico y artístico fecundado por el cristianismo se desbaratara en un aquelarre revisionista y una feria de disputas ideológicas era preservando el denominador común de la tradición y del dogma, aun si ello significaba que la familia católica se fuera reduciendo y marginando cada vez más en un mundo devastado por el materialismo, la codicia y el relativismo moral.


Juzgar hasta qué punto Benedicto XVI fue acertado o no en este tema es algo que, claro está, corresponde solo a los católicos. Pero los no creyentes haríamos mal en festejar como una victoria del progreso y la libertad el fracaso de Joseph Ratzinger en el trono de San Pedro. Él no solo representaba la tradición conservadora de la Iglesia, sino, también, su mejor herencia: la de la alta y revolucionaria cultura clásica y renacentista que, no lo olvidemos, la Iglesia preservó y difundió a través de sus conventos, bibliotecas y seminarios, aquella cultura que impregnó al mundo entero con ideas, formas y costumbres que acabaron con la esclavitud y, tomando distancia con Roma, hicieron posibles las nociones de igualdad, solidaridad, derechos humanos, libertad, democracia, e impulsaron decisivamente el desarrollo del pensamiento, del arte, de las letras, y contribuyeron a acabar con la barbarie e impulsar la civilización. La decadencia y mediocrización intelectual de la Iglesia que ha puesto en evidencia la soledad de Benedicto XVI y la sensación de impotencia que parece haberlo rodeado en estos últimos años es sin duda factor primordial de su renuncia, y un inquietante atisbo de lo reñida que está nuestra época con todo lo que representa vida espiritual, preocupación por los valores éticos y vocación por la cultura y las ideas.





http://www.larepublica.pe/columnistas/piedra-de-toque/el-hombre-que-estorbaba-24-02-2013
 

Puma727

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El hombre que estorbaba


Domingo, 24 de febrero de 2013 | 4:30 am


No sé por qué ha sorprendido tanto la abdicación de Benedicto XVI; aunque excepcional, no era imprevisible. Bastaba verlo, frágil y como extraviado en medio de esas multitudes en las que su función lo obligaba a sumergirse, haciendo esfuerzos sobrehumanos para parecer el protagonista de esos espectáculos obviamente írritos a su temperamento y vocación. A diferencia de su predecesor, Juan Pablo II, que...

http://www.larepublica.pe/columnistas/piedra-de-toque/el-hombre-que-estorbaba-24-02-2013


De lo mas sensato que he leído sobre el tema.
Gracias por compartir.
Saludos.
 

kik

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Iniciará Cónclave el 12 de marzo

fuente: reforma.com

Cónclave para elección del nuevo Papa comenzará el martes 12 de marzo, informa el Vaticano.
 

kik

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El Vaticano: aumenta demanda de vuelos y habitaciones

El cónclave para definir al próximo Papa ha aumentado el interés de los católicos que, desde diferentes sitios del mundo, hacen el viaje para esperar el humo blanco en la Plaza de San Pedro

fuente: milenio.com

Ciudad del Vaticano • Los católicos han dado respuesta al anuncio de la realización del cónclave el próximo martes y algunos delinean el perfil del Papa que quisieran tener, “con más cercanía al pueblo”, que “ayude al mundo para conseguir la paz” y que acabe con la impunidad dentro de la Iglesia.

Pero no solo en lo espiritual han dado respuesta los fieles, también en lo económico.

Las líneas aéreas reportan que desde este viernes creció la demanda y ya tienen poca disponibilidad en sus vuelos, al igual que los hoteles con sus habitaciones; sin embargo, se les ofrecen otras alternativas como son las casas de religiosas (os) y de huéspedes que tienen un menor costo.

Mientras admiraba la Plaza de San Pedro, Camilo Vela, de Ecuador, acompañado de su esposa, comentó que “es un momento interesante seguir de cerca lo que sucede en Roma, porque han sucedido cosas diferentes a los de siempre como la renuncia de un Papa, que deja mucho que pensar y reflexionar sobre todo cuando el catolicismo vive grandes retos y tiene que salir adelante”.

link: http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/590bcd08b990c495b70c32f60eddf407
 
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