Kriko
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Columna de Loret de Mola
¿Cómo cayó abatido el jefe de “La Familia”?
Parecía más un maestro rural que un narco. No solía llevar cadenas de oro ni pulseras con diamantes, sino una playera del Che Guevara y un morral donde guardaba una Biblia con sus propias anotaciones. Más un evangelizador que un capo de la mafia. Sorprendió por su personalidad a los órganos de inteligencia del gobierno federal y así lo consignaron en un expediente al que tuvo acceso este reportero: A Nazario Moreno le gustaba que le dijeran El Más Loco. Con ese apodo firmaba las Biblias y los libros de su autoría que regalaba a quienes deseaba reclutar en las filas de La Familia Michoacana. En sus recorridos, muchos de ellos a pie por las entrañas de su estado, se ganó también los motes de El Chayo y el que le decían sus escoltas, El Doctor. Moreno fundó el cártel que la autoridad diagnosticó como “el más peligroso de México”, pues cambió las reglas de las organizaciones delictivas: no era la clásica contratación de asesinos a sueldo, sino que invitaba ciudadanos y los convertía a su doctrina.
Según el reporte oficial, su reclutamiento consistía en acercarse a jóvenes vulnerables —drogadictos que sacaba de centros de rehabilitación, chavos de la calle, alcohólicos— e inducirlos a una especie de catecismo diseñado por él mismo, donde convivían ética, justicia social y crítica al modelo económico neoliberal. Una vez fanatizados, continúa el informe, les hacía creer que para enaltecer estos ideales había que limpiar a la sociedad de los maleantes (los narcos rivales, el gobierno y sus fuerzas de seguridad) secuestrando, extorsionando, asesinando, traficando drogas. Un potaje de religión, guerrilla y narco.
Para La Familia, Nazario Moreno era un líder, un ideólogo y hasta un líder religioso. “Cada vez que tiene reunión con sus operadores, leen la Biblia y son muy próximos a la Iglesia católica... ocupan versos de la Biblia para algunas instrucciones operativas”, señala un informe confidencial al que tuvo acceso este reportero, que agrega que con esta estrategia y una nada despreciable dosis de dinero proveniente de sus actividades ilícitas logró que muchos sectores de la sociedad y la policía le brindaran cobijo.
Así llegó el 8 de diciembre de 2010, en Michoacán. La SSP, bajo el mando de García Luna, había realizado cruces de datos en su área de inteligencia, que le permitían saber que Nazario Moreno estaría en Apatzingán. El operativo enviado para dar con él enfrentó más de 90 bloqueos nada más ese día. Los sicarios de La Familia establecieron varios cordones de seguridad para proteger a su líder e ideólogo. En los más de 90 bloqueos hubo enfrentamientos entre narcos y policías federales.
El parte oficial, al que tuvo acceso este reportero, señala que, bloqueado el acceso por tierra, la mayor parte de la operación de la SSP fue por aire con los helicópteros Black Hawk.
La madrugada del 9 de diciembre en Apatzingán, policías federales, en medio de la refriega persecutoria contra Moreno, lo abatieron gracias a la tecnología de visión nocturna. Dispararon desde aire y tierra contra el convoy en que huía. El cadáver se lo llevaron sus guardias.
La autoridad supo que había logrado su muerte al unir varios elementos: agentes de inteligencia que activaron el operativo de búsqueda informaron que estaba ahí, La Familia reaccionó violentamente al saber del fallecimiento en combate de su líder y la intervención de comunicaciones entre integrantes del cártel que confirmaron la sospecha. Más tarde, el jueves, la autoridad recibió amenazas. El viernes el vocero de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, lo hizo público.
SACIAMORBOS. Con su cómodo CEN del PAN, justo el siguiente domingo se destapó Santiago Creel. ¿No que no?
¿Cómo cayó abatido el jefe de “La Familia”?
Parecía más un maestro rural que un narco. No solía llevar cadenas de oro ni pulseras con diamantes, sino una playera del Che Guevara y un morral donde guardaba una Biblia con sus propias anotaciones. Más un evangelizador que un capo de la mafia. Sorprendió por su personalidad a los órganos de inteligencia del gobierno federal y así lo consignaron en un expediente al que tuvo acceso este reportero: A Nazario Moreno le gustaba que le dijeran El Más Loco. Con ese apodo firmaba las Biblias y los libros de su autoría que regalaba a quienes deseaba reclutar en las filas de La Familia Michoacana. En sus recorridos, muchos de ellos a pie por las entrañas de su estado, se ganó también los motes de El Chayo y el que le decían sus escoltas, El Doctor. Moreno fundó el cártel que la autoridad diagnosticó como “el más peligroso de México”, pues cambió las reglas de las organizaciones delictivas: no era la clásica contratación de asesinos a sueldo, sino que invitaba ciudadanos y los convertía a su doctrina.
Según el reporte oficial, su reclutamiento consistía en acercarse a jóvenes vulnerables —drogadictos que sacaba de centros de rehabilitación, chavos de la calle, alcohólicos— e inducirlos a una especie de catecismo diseñado por él mismo, donde convivían ética, justicia social y crítica al modelo económico neoliberal. Una vez fanatizados, continúa el informe, les hacía creer que para enaltecer estos ideales había que limpiar a la sociedad de los maleantes (los narcos rivales, el gobierno y sus fuerzas de seguridad) secuestrando, extorsionando, asesinando, traficando drogas. Un potaje de religión, guerrilla y narco.
Para La Familia, Nazario Moreno era un líder, un ideólogo y hasta un líder religioso. “Cada vez que tiene reunión con sus operadores, leen la Biblia y son muy próximos a la Iglesia católica... ocupan versos de la Biblia para algunas instrucciones operativas”, señala un informe confidencial al que tuvo acceso este reportero, que agrega que con esta estrategia y una nada despreciable dosis de dinero proveniente de sus actividades ilícitas logró que muchos sectores de la sociedad y la policía le brindaran cobijo.
Así llegó el 8 de diciembre de 2010, en Michoacán. La SSP, bajo el mando de García Luna, había realizado cruces de datos en su área de inteligencia, que le permitían saber que Nazario Moreno estaría en Apatzingán. El operativo enviado para dar con él enfrentó más de 90 bloqueos nada más ese día. Los sicarios de La Familia establecieron varios cordones de seguridad para proteger a su líder e ideólogo. En los más de 90 bloqueos hubo enfrentamientos entre narcos y policías federales.
El parte oficial, al que tuvo acceso este reportero, señala que, bloqueado el acceso por tierra, la mayor parte de la operación de la SSP fue por aire con los helicópteros Black Hawk.
La madrugada del 9 de diciembre en Apatzingán, policías federales, en medio de la refriega persecutoria contra Moreno, lo abatieron gracias a la tecnología de visión nocturna. Dispararon desde aire y tierra contra el convoy en que huía. El cadáver se lo llevaron sus guardias.
La autoridad supo que había logrado su muerte al unir varios elementos: agentes de inteligencia que activaron el operativo de búsqueda informaron que estaba ahí, La Familia reaccionó violentamente al saber del fallecimiento en combate de su líder y la intervención de comunicaciones entre integrantes del cártel que confirmaron la sospecha. Más tarde, el jueves, la autoridad recibió amenazas. El viernes el vocero de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, lo hizo público.
SACIAMORBOS. Con su cómodo CEN del PAN, justo el siguiente domingo se destapó Santiago Creel. ¿No que no?