(segunda parte)
Transición
Señaló que la transición al NAIM es una planeación muy delicada, “pues un día, a una hora determinada, aquí aterriza el último avión, y allá, el primero”, Se contempla equipo nuevo, del cual el grupo aeroportuario es responsable en la parte administrativa y Setream de las especificaciones.
Acotó que no hay forma de llevarse lo que tienen, pero se reutilizarán en otros aeropuertos. “Para el nuevo serán cientos de miles de pesos de inversión, dado que solo un radar primario y secundario con canal meteorológico vale 70 millones de pesos”.
Para Kobeh González, el principal riesgo de no realizarse el NAIM es que se detendría el crecimiento de transporte en México. “La aviación representa para la economía mundial 3 por ciento del producto interno bruto (PIB), pero si se considera el impacto de ésta en otros sectores, como turismo y comercio, hablamos del 8 por ciento. En México es del 3 por ciento, más el turismo, además los empleos que se perderían alrededor de la gran industria de la aviación serían muchos”, especificó.
Reconoció que “es una gran decisión de esta administración, porque hay cuestiones políticas. El presidente Enrique Peña Nieto aceptó que no se puede hacer un aeropuerto en un sexenio y que él no lo va a inaugurar. Por ahora estamos haciendo maravillas, pues el AICM está rebasado”.
Terremoto 19-S en el AICM
¿Se imagina tener que manejar el concentrado del tráfico aéreo de la Ciudad de México en pleno terremoto? Esa experiencia la vivieron los controladores aéreos de la terminal capitalina, quienes tuvieron que superar su miedo para evitar accidentes mortales.
Ángel Monterrubio, jefe de turno de la torre de control del aeropuerto con 14 años de experiencia, narró a MILENIO que el terremoto del pasado 19 de septiembre los agarró de sorpresa, ya que no sonaron las alarmas sísmicas; sin embargo, tuvieron que guardar la calma, ya que dos aviones estaban próximos a aterrizar, el más cercano, de Interjet, a solo un minuto, lo cual se tenía que cancelar o se tendrían graves consecuencias.
“Como controladores tomamos decisiones conscientemente y muy rápido. Esos dos aviones no podían aterrizar y por eso se decidió decirles que continuaran el vuelo. No sabíamos cuánto iba a durar (el sismo), fue muy fuerte”, comentó.
Ante la intensidad fenómeno natural, Ángel recordó que el servicio no se reanudó de inmediato en AICM porque se tenía que revisar todas las instalaciones, pistas de aterrizaje y despegue, puertas de embarque, estaciones de combustible y avenidas de acceso.
En sus 14 años de experiencia, Monterrubio ha vivido siete sismos, pero el de este año fue muy diferente, no solo por la elevada magnitud, sino porque a escasos cuatro minutos de que terminará el temblor se percibió olor a humo y gas en la torre de control.
“En el edificio no hay gas, pero del lado derecho hay un comedor de los trabajadores del Aeropuerto y Servicios Auxiliares. Hasta ese momento no sabíamos si el olor era de esa zona, por lo que se decidió evacuar”.
Ángel cuenta que ante el riesgo informó a la comandancia del AICM que se estaba desalojando la torre de control a las 13:24 horas, además de solicitarse las asistencias del cuerpo de rescates e incendios.
Para la controladora aérea Raquel López, con siete años de experiencia, el escenario fue menos complicado, ya que estaba de descanso en la planta baja de la Torre de Control; sin embargo, la preocupación por sus familiares hizo complicado el momento, ya que su mamá, que se dedica a la misma profesión, estaba en el piso 8 en el mismo inmueble.
“Mi mamá, que estaba arriba, dice que la torre se movía de lado a lado y aunque no había de donde agarrarse todos procuraron guardar la calma. El momento más difícil para todos fue al levantar la vista y ver la panorámica de la ciudad desmoronada”, comentó Raquel.
Consternado, Ángel Monterrubio contó que tuvieron de primera mano las imágenes de la ciudad, de las nubes de polvo de los edificios que habían colapsado y de explosiones.
“Fue impactante, mi esposa también es controladora. Los dos estábamos en turno y tenemos un hijo de un año, en ese momento nos vino a la mente cómo estaría y en qué condiciones la estancia donde asiste”. Fue hasta después de una hora que Ángel pudo saber que su hijo estaba a salvo, pero las malas noticias continuaban, ya que igualmente su función es controlar el tráfico aéreo de los helicópteros, razón por la cual recibía la comunicación y la información sobre más derrumbes en la Ciudad de México.
“Fue un día muy pesado, por todo lo que había sucedido, cuando llegué a mi casa, no quise prender la televisión; con lo que vi y escuché fue suficiente para mí”, recordó Ángel, mientras su vista se perdía en el cielo.
Ángel dice sentirse orgulloso de sus compañeros, ya que pese al momento complicado mostraron profesionalismo y ayudaron en la crisis.
Alcance
El AICM es el más grande de América Latina y tiene un promedio diario de mil 100 operaciones de despegue y aterrizaje.
“Full”
En días de flujo intenso de personas, las operaciones del aeropuerto capitalino puden llegar a 4 mil 500.
Inicio
Se estima que el nuevo aeropuerto comience a operar en 2020, lo que incrementará el número de aterrizajes y despegues.
Sin importar la intensidad de un temblor, los controladores aéreos no pueden despegarse de su lugar, ni dejar de dar indicaciones.
Diariamente se trasladan vía aérea más de 100 mil personas, por lo que un solo error o distracción puede ser fatal.
Actualmente trabajan en el AICM un total de 280 controladores aéreos, pero el número llegará a 400 con el NAIM.
link:
http://www.milenio.com/negocios/control_aereo-coordenada-aicm_0_1048695140.html