El unico por ahi: La vida solo en un hangar del desierto

Muy buen articulo, les comparto lo que me encontre;

LUCIN, Utah – Cuando un hombre escapa de un país detrás de la Cortina de Hierro en un avión que construyó él mismo, quizá no debería sorprender, casi tres décadas después, encontrarlo haciendo su casa en un hangar de aviación.



LUCIN, Utah – Cuando un hombre escapa de un país detrás de la Cortina de Hierro en un avión que construyó él mismo, quizá no debería sorprender, casi tres décadas después, encontrarlo haciendo su casa en un hangar de aviación.
Las tres pistas de aterrizaje que rodean el hangar de Ivo Zdarsky no están limpias, pese a su continua batalla contra los tejones que hacen sus madrigueras debajo, amenazándolas con el colapso. Pero al menos se las ha ingeniado para mantenerlas libres de ganado. Aeropuerto Internacional de Lucin es como Zdarsky llama a este lugar, aunque el único avión que aterriza regularmente en este pueblo fantasma a 290 kilómetros por carretera al noroeste de Salt Lake City es el suyo. (Si uno va Ogden, a 260 kilómetros de distancia, para aprovisionarse, es bueno tener su propio avión.)
Sin embargo, no piense que la casa de Zdarsky, que se gana la vida fabricando hélices para aviones, es austera. Su gran salón – esencialmente su única habitación – está dominada por enormes tesoros como una televisión de pantalla plana de 228 centímetros, con bocinas de un metro de altura en las esquinas del cuarto. También hay una batería, un escritorio y una computadora, dos colchones frente al televisor y una tina inflable bocabajo cubierta con una sábana y utilizada más bien como sofá.
Debe conocer muy bien al tipo de UPS, comenta la reportera.
“Brent”, dice Zdarsky, de 51 años de edad, quien conserva el acento de su nativa Checoslovaquia y tiene una voz grave y un sentido del humor seco pero pícaro. “Vive en Ogden. Es mi vínculo con la civilización”.
Y posadas sobre la cama y el sofá, tan casualmente como se arrojaría un suéter, hay dos armas de asalto.
“Las uso contra los tejones porque excavan en mis terrenos”, explica Zdarsky. “No se puede imaginar el daño que hacen estos tejones”.
De hecho, mirando alrededor, la reportera cuenta siete armas en la habitación. Detalles, por favor.
“Ese es un rifle de francotirador .308”, dice Zdarsky. “Ese es un rifle de francotirador .223. Hay una pistola si los tejones se acercan demasiado. Hay un FS2000 belga”.
Gesticula hacia algunas municiones en una mesa de fabricación casera cercana.
“Eso es lo que nuestros muchachos están usando en Afganistán. Es muy efectivo contra los tejones. Y probablemente también contra los terroristas”.
También hay ropa de camuflaje. ¿Por qué Zdarsky, que quizá sea el único residente de Lucin, necesita ropa de camuflaje?
“Porque no se ensucia”, dice Zdarsky. “Además, los tejones no la ven”.
Hay pueblos fantasma, y luego hay localidades que están tan desiertas que ni siquiera tienen fantasmas. Lucin, en el Condado de Box Elder, es de las segundas. A fines del siglo XIX, las locomotoras de vapor se detenían cerca para reabastecerse de agua. En los años 70, unos cuantos trabajadores ferroviarios retirados seguían viviendo aquí, pero ya se han ido.
Más significativa para Zdarsky es la historia militar del área; lo cual pudiera ser la razón de que encontrara una misteriosa pista de aterrizaje de 150 metros de ancho y 1,220 metros de largo en su propiedad. Durante la Segunda Guerra Mundial, Wendover, 130 kilómetros al sur de aquí, era una base de entrenamiento de pilotos y campo de tiro, casa del Enola Gay. Y el Campo de Pruebas y Tiro de Utah está a unos 80 kilómetros de la casa de Zdarsky. Incluso ahora, la reportera nota cómo se sacude la puerta lateral por un estruendo.
“Bomba”, dice Zdarsky, sonriendo.
El hangar y pista de aterrizaje de Zdarsky están rodeados por una cerca eléctrica, con una bandera con un cráneo y huesos cruzados en la puerta. Una vez que uno se acerca a pocos kilómetros, puede ver un edificio alto en la propiedad que alberga un faro de navegación de la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés), por el cual la FAA paga a Zdarsky una cuota de renga de 2,500 dólares al año.
Su casa está dividida en dos áreas de 15 metros cuadrados: Una es para sus aviones, la otra es su espacio de vivienda (el baño es una habitación aparte).
“Noto que la mayoría de la gente tiene una casa que regularmente es más pequeña que mi salón”, dice Zdarsky. “Y dentro de esta casa hay un conjunto de habitaciones pequeñas, llamadas recámara, sala de estar, etc. Si uno quiere hacer algo en una computadora tiene que ir a una habitación, y tiene que comer en otra habitación. Yo sólo tengo un salón, y puedo ver la televisión aquí, ver la computadora aquí, comer aquí, y no es claustrofóbico”.
Señala a una de las puertas motorizadas del hangar, que puede levantarse tres metros desde el piso.
“Si necesito una ventana más grande, puedo levantar ésta”, comentó.
Oh, sí, la reportera acaba de notar que esta casa no tiene ventanas. ¿Por qué?
“No estaba seguro de quererlas o no”, dice Zdarsky, restando importancia rápidamente al tema de las ventanas para continuar con los beneficios de vivir en una sola habitación. “Y la gente normal hace todo esto, tienen que trasladarse entre todas estas paredes. Si quiero paredes, puedo ponerlas aquí, pero no he encontrado una razón para encerrarme entre paredes”.
La reportera, siempre ansiosa de ver el ángulo sicológico, ofrece una teoría. ¿Quizá este disgusto por las paredes proviene de estar atrapado en un estado comunista? Aunque, pensándolo bien, muchas personas vivieron bajo el régimen comunista, y no se ve a muchas de ellas por aquí.
“Cierto”, dice Zdarsky, riéndose de la teoría. “No se ve a muchas de ellas por aquí”.
Hablando de la Checoslovaquia comunista, ¿qué mejor momento – ahora que Zddarsky está descongelando un trozo de antílope que él cazó para ofrecer de almorzar a la reportera – para remontarse al verano de 1984, y el vuelo hacia la libertad que lo hizo brevemente famoso?
Estudiante de ingeniería de la aviación en Praga, Zdarsky estaba diseñando hélices para aviones y estaba a disgusto con un gobierno que no le permitía expresar lo que pensaba o hacer negocios por sí mismo. Cuando le negaron una visa de salida, construyó su propio avión, un planeador con un motor de un auto germanoriental notoriamente malo llamado Treblant. El avión, por supuesto, requirió de pruebas, y en una de estas pruebas, dice Zdarsky, fue arrestado por la policía secreta. Afortunadamente, estaba volando hacia el este en ese momento y, como dice, no demasiadas personas trataban de escapar hacia Rusia. Después de que convenció a la policía de que su avión era un proyecto escolar, le permitieron irse, incautando la aeronave en un garaje usado por la policía local.
Ésta, molesta por tener que estacionarse en la calle, fue susceptible a un soborno, y a las 3 de la mañana del 4 de agosto, dice Zdarsky, empacó tres brújulas y despejó en el campo checo, no lejos de la frontera austriaca, aterrizando en Schwechat, en el Aeropuerto Internacional de Viena, donde solicitó asilo político. Acaparó titulares en todo el mundo occidental. La reportera lee uno en voz alta, encontrado en una caja de viejos recortes de prensa: “Hombre murciélago vence a los Rojos en viaje a la luz de la luna hacia la libertad”.
“Era una noche sin luna, dicho sea de paso”, añade Zdarsky. “No quería que hubiera luna, una luna te puede exhibir”.
¿No es simplemente un periódico? La reportera continúa leyendo: “Un joven harto de la vida detrás de la Cortina de Hierro colocó un motor ligero y una hélice a su endeble planeador hecho en casa y huyó.”
“¿Endeble?”, dice Zdarsky, con fastidio. “Me llevó a donde yo quise”.
Después de vender su avión a un museo germanoccidental dedicado a vehículos de escape y al Muro de Berlín, la Haus am Checkpoint Charlie, se mudó a Los Angeles, donde inició una compañía, Ivoprop, para producir una hélice que él diseñó, la cual aún posee. También empezó a trabajar en un avión experimental que podía funcionar como helicóptero y aeroplano. Pero para 1997, se cansó de Los Angeles y empezó a buscar una propiedad donde pudiera desarrollar su avión. Fue entonces cuando encontró aproximadamente 160 hectáreas en el desierto de Utah por 99,000 dólares.
“Inténtelo en Nueva York”, dice. “Fue un muy buen trato porque nadie quería vivir aquí”.
Quería que su casa estuviera lo más cerca posible de una pista de aterrizaje. Zdarsky estima que la construcción costó unos 500,000 dólares, incluidos 50,000 dólares del acero para el hangar y 100,000 dólares para traer agua y electricidad. (Afortunadamente para Zdarsky, un centro de transmisión de una compañía telefónica local y un pozo ya estaban en la propiedad.)
Sin embargo, uno se pregunta si se siente solo.
“Todos me preguntan eso”, dice. “Si me sintiera solo, puedo recurrir a mi gran televisor, o subir a mi avión o ir a ver gente. Regularmente es al revés, estoy en la civilización y anhelo escapar a este lugar”.
Tiene una novia, aunque se muestra renuente a hablar de ella. Se conocieron en un sitio de citas por Internet. Ella vive en Provo, a 390 kilómetros de distancia.



Fuente:
John Burcham/The New York Times
 

Wero8a

Well-Known Member
wooooow! se la rifó este compa! ami me gustaria de grande ya jubilado como pilot:D vivir en un ranchito de USA asi en una casa-hangar agusto:DD primero dios y si puedo lo haré .
Saludos.
 
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