Gerardo Cantu
New Member
Estimados amigos:
El fin de semana tuvimos, mi esposa y yo, la oportunidad de visitar la bella isla de Cozumel. Fue un viaje corto que no teníamos planeado, las cosas se fueron dando una a una para que todo se presentara de tal modo que parecía que las piezas eran movidas desde allá “arriba”. Un viaje lleno de momentos inolvidables tanto por la compañía de amistades encantadoras que nos esperaban en la isla como de experiencias que pocas veces en la vida se volverán a presentar. Dicen que las cosas no planeadas son las que mejor sabor de boca dejan.
Como éste es un foro de aviación les platicaré de las experiencias relacionadas a estos menesteres, aquí les va:
LA IDA
Con boletos de avión en mano (impresos por nosotros, envío por Internet) llegamos al aeropuerto de Monterrey a las 6:35am (dos horas antes de la hora de salida), nos dirigimos al sitio de ALADIA ubicado prácticamente frente a la puerta de acceso central del aeropuerto Mariano Escobedo para, registrar equipaje y obtener nuestros pases de abordar. Cabe mencionar que hicimos una fila de no más de 3 minutos y recibimos una atención de primera por parte del personal de tierra de ALADIA, nos atendió una mujer joven muy guapa y educada por cierto, abordaríamos por la puerta 4 a las 8:05am.
Como relojería suiza comenzamos a abordar a las 8:05 en punto por la puerta 4, nos pidieron nuestros pases de abordar y alguna identificación oficial (lo de la identificación oficial no recuerdo que me haya tocado en vuelos nacionales, me pareció buena medida para como están las cosas en nuestro país y en nuestro mundo), sin mayor demora mi mujer y yo pasamos a ocupar nuestros asientos 7A y 7B, en ventanilla por supuesto!!! Contrario a lo que había leído por parte de algunos miembros de este foro, el avión iba completamente lleno.
Ya instalados en nuestros asientos y en espera de iniciar el remolque le pedí a una de las sobrecargos, otra vez una mujer joven muy guapa y atenta, que me consiguiera alguna hoja en blanco para poder hacer anotaciones de esta misma reseña que les comparto, la señorita muy amablemente me prestó una pequeña libretita que traía consigo para uso personal supongo, tomé tres hojitas de dicha libretita y se la regresé. Durante el tiempo que estuvimos en plataforma nos mostraban en las pantallas de video de la aeronave fotografías muy bien seleccionadas de paisajes naturales acompañadas por música que te invitaba a la relajación y a disfrutar del vuelo.
Nuevamente con puntualidad inglesa se cerraron puertas y el gusano comenzó a retirarse del majestuoso Boeing 757-200 a las 8:35am según lo programado. Iniciamos remolque y encendido de motores para posterior rodar por Delta y Bravo a cabecera 29, ingresamos a cabecera con motores ya acelerados y comenzamos carrera de despegue, es impresionante la diferencia de potencia entre un 737-200 (avión que generalmente tomamos para ir a Miami) y un 757-200, cruzamos la intersección de la pista 16-34 (casi mitad de pista) a 400 pies de altura para continuar un ascenso de entre 3500 y 4000 pies por minuto, posterior un viraje por derecha para interceptar la aerovía UT11 directo a Cancún, la capa de nubes cerradas estaba desde los 1000 pies hasta los 5500 pies aprox.
Ya en ruta disfrutamos de un excelente desayuno caliente conformado por chilaquiles verdes con pollo y queso, acompañados de una ensalada de fruta, dos piezas de pan y jugo o refresco a elección. Mientras desayunamos cruzamos el golfo de México a una altitud de 39.000 pies para posterior iniciar el descenso sobre la península de Yucatán y aterrizar en Cancún sobre la pista 12 a las 10:40am tal y como lo había informado el capitán al salir de Monterrey.
EL REGRESO
A continuación les trataré de describir con palabras el regreso de Cancún a Monterrey por esta misma aerolínea, ALADIA.
Como antecedente les explico: la hermana de mi esposa (a partir de este momento cuñada consentida) pertenece a la empresa ALADIA, ella me comentó que en el regreso, si la situación se prestaba, podría ser posible que yo ingresara a cabina en alguna parte del vuelo con la condición de no fotos ni video. Mi idea en ese momento fue la de que sería una visita como la que muchas veces hice de niño en la que te invitaban a pasar a cabina 1 o 2 minutos, saludabas al capitán, le preguntabas que para que eran tantos botoncitos y te regresabas a tu lugar. Mi cuñada un día antes de salir de Monterrey me dio su tarjeta de presentación con la instrucción de dársela a la jefa de sobrecargos en turno al abordar el avión en nuestro regreso y con la petición de que se la hiciera llegar al capitán en turno. Hasta aquí el antecedente.
El domingo a las 11:00 salimos del Reef Club Cozumel (lugar donde nos hospedamos) con destino al centro de Cozumel ahí compraríamos algunos regalitos para nuestros hijines y después embarcarnos para cruzar a Playa del Carmen donde posteriormente tomaríamos un autobús o taxi que nos llevara al aeropuerto de Cancún. Todo salió como lo previsto para estar en el aeropuerto de Cancún 2 horas antes de la salida. Como comentario adicional, el aeropuerto estaba atascado de norteamericanos y canadienses… nunca había visto tantos en un solo lugar.
Abordamos el 757-200 de ALADIA a las 5:40pm aprox. por la puerta que se encuentra entre la línea de asientos 9 y 10, nuestros asientos eran 10A y 10B por lo que no batallamos nada, el asiento 10A tiene la peculiaridad de no tener asiento enfrente por lo que se puede extender los pies con toda comodidad y al mismo tiempo estar junto a la ventana. Esperé a que terminaran de abordar todos los pasajeros y me paré a preguntar por la mayor en turno a las dos sobrecargos que se encontraban situadas frente a mí ya que ahí se encontraban recibiendo a los pasajeros, resultó ser una de ellas la mayor, le entregué la tarjeta de presentación con la consigna de que fuera entregada al capitán. Era tal mi escepticismo en que pudiera acceder a la cabina que antes de subir al avión me tomé dos cervezas en el aeropuerto con mi señora y me vestí de bermudas (cosas que NUNCA había hecho antes de abordar algún avión).
A los 5 minutos de haber entregado la tarjeta se me acerca la mayor: “¿Señor Cantú?”…Si dígame… “¿Me podría acompañar a la cabina?”… Claro que sí ( yo iba pensando, me van a meter a la cabina antes del despegue para apaciguar al “niño”, que salude a los capitanes y me sacan… bueno vamos que más da…) Llego a la cabina, veo para mi sorpresa que van tres capitanes, el capitán al mando, el primer oficial, y otro capitán que me recibe muy amablemente sentado en el jumpseat… en ese momento ya no me quedaba duda de que era una visita rápida a cabina… saludas y te vas. Se para el capitán del jumpseat y me dice, espérame un momento, me mantiene parado en el umbral de la cabina.
Las siguientes palabras del capitán fueron: “Pásale y siéntate”… a cab… ¿dónde?, pensé. En eso me señala el capitán un asiento alto (que yo no sabía de su existencia), éste se encuentra detrás del asiento del capitán al mando. Saludo de mano y me presento con el primer oficial y el capitán al mando antes de sentarme en ese asiento alto. En ese mismísimo instante entra un sentimiento en mi ser de abstracción, alegría, desconcierto, magia…
Encontrándome en esa situación del estar ahí sin encontrar mi ser, en una especie de limbo, del aquí y ahora sin poder asimilar con objetividad el espacio-tiempo que vivía. El momento de procedimientos de encendido y remolque así como el rodaje y carrera de despegue quedaron absortos a un momento efímero que quedará plasmado en mi mente como el detonante a lo que por fin sucedió… VOLAR. Toda mi vida llevaré conmigo las imágenes y sentimientos de alzar el vuelo para descubrir la costa frente a Cancún, el azul celeste, el azul turquesa, el azul rey, el azul del cielo, el blanco de las nubes matizando estos colores … la Riviera Maya, el maravilloso atardecer que nos regaló Dios ese día, la vista desde lo alto del Arrecife de Alacranes y la noche tan clara y paradójicamente obscura al aproximarnos a la costa oeste del Golfo de México, esto enmarcado por el despliegue de tecnología que solo la cabina de un 757 contiene. Todo culminó al igual que una sinfonía, un final estruendoso y lleno de emotividad, la aproximación y toque en la pista 11 del aeropuerto de Monterrey (mi tierra) donde la perspectiva desde cabina se tornó algo más que la más grande obra surrealista que conozca.
Gracias Brenda, Karla, Pato y a la gran familia que forman parte de esta gran empresa llamada ALADIA.
Gerardo Cantú García-Corral.
El fin de semana tuvimos, mi esposa y yo, la oportunidad de visitar la bella isla de Cozumel. Fue un viaje corto que no teníamos planeado, las cosas se fueron dando una a una para que todo se presentara de tal modo que parecía que las piezas eran movidas desde allá “arriba”. Un viaje lleno de momentos inolvidables tanto por la compañía de amistades encantadoras que nos esperaban en la isla como de experiencias que pocas veces en la vida se volverán a presentar. Dicen que las cosas no planeadas son las que mejor sabor de boca dejan.
Como éste es un foro de aviación les platicaré de las experiencias relacionadas a estos menesteres, aquí les va:
LA IDA
Con boletos de avión en mano (impresos por nosotros, envío por Internet) llegamos al aeropuerto de Monterrey a las 6:35am (dos horas antes de la hora de salida), nos dirigimos al sitio de ALADIA ubicado prácticamente frente a la puerta de acceso central del aeropuerto Mariano Escobedo para, registrar equipaje y obtener nuestros pases de abordar. Cabe mencionar que hicimos una fila de no más de 3 minutos y recibimos una atención de primera por parte del personal de tierra de ALADIA, nos atendió una mujer joven muy guapa y educada por cierto, abordaríamos por la puerta 4 a las 8:05am.
Como relojería suiza comenzamos a abordar a las 8:05 en punto por la puerta 4, nos pidieron nuestros pases de abordar y alguna identificación oficial (lo de la identificación oficial no recuerdo que me haya tocado en vuelos nacionales, me pareció buena medida para como están las cosas en nuestro país y en nuestro mundo), sin mayor demora mi mujer y yo pasamos a ocupar nuestros asientos 7A y 7B, en ventanilla por supuesto!!! Contrario a lo que había leído por parte de algunos miembros de este foro, el avión iba completamente lleno.
Ya instalados en nuestros asientos y en espera de iniciar el remolque le pedí a una de las sobrecargos, otra vez una mujer joven muy guapa y atenta, que me consiguiera alguna hoja en blanco para poder hacer anotaciones de esta misma reseña que les comparto, la señorita muy amablemente me prestó una pequeña libretita que traía consigo para uso personal supongo, tomé tres hojitas de dicha libretita y se la regresé. Durante el tiempo que estuvimos en plataforma nos mostraban en las pantallas de video de la aeronave fotografías muy bien seleccionadas de paisajes naturales acompañadas por música que te invitaba a la relajación y a disfrutar del vuelo.
Nuevamente con puntualidad inglesa se cerraron puertas y el gusano comenzó a retirarse del majestuoso Boeing 757-200 a las 8:35am según lo programado. Iniciamos remolque y encendido de motores para posterior rodar por Delta y Bravo a cabecera 29, ingresamos a cabecera con motores ya acelerados y comenzamos carrera de despegue, es impresionante la diferencia de potencia entre un 737-200 (avión que generalmente tomamos para ir a Miami) y un 757-200, cruzamos la intersección de la pista 16-34 (casi mitad de pista) a 400 pies de altura para continuar un ascenso de entre 3500 y 4000 pies por minuto, posterior un viraje por derecha para interceptar la aerovía UT11 directo a Cancún, la capa de nubes cerradas estaba desde los 1000 pies hasta los 5500 pies aprox.
Ya en ruta disfrutamos de un excelente desayuno caliente conformado por chilaquiles verdes con pollo y queso, acompañados de una ensalada de fruta, dos piezas de pan y jugo o refresco a elección. Mientras desayunamos cruzamos el golfo de México a una altitud de 39.000 pies para posterior iniciar el descenso sobre la península de Yucatán y aterrizar en Cancún sobre la pista 12 a las 10:40am tal y como lo había informado el capitán al salir de Monterrey.
EL REGRESO
A continuación les trataré de describir con palabras el regreso de Cancún a Monterrey por esta misma aerolínea, ALADIA.
Como antecedente les explico: la hermana de mi esposa (a partir de este momento cuñada consentida) pertenece a la empresa ALADIA, ella me comentó que en el regreso, si la situación se prestaba, podría ser posible que yo ingresara a cabina en alguna parte del vuelo con la condición de no fotos ni video. Mi idea en ese momento fue la de que sería una visita como la que muchas veces hice de niño en la que te invitaban a pasar a cabina 1 o 2 minutos, saludabas al capitán, le preguntabas que para que eran tantos botoncitos y te regresabas a tu lugar. Mi cuñada un día antes de salir de Monterrey me dio su tarjeta de presentación con la instrucción de dársela a la jefa de sobrecargos en turno al abordar el avión en nuestro regreso y con la petición de que se la hiciera llegar al capitán en turno. Hasta aquí el antecedente.
El domingo a las 11:00 salimos del Reef Club Cozumel (lugar donde nos hospedamos) con destino al centro de Cozumel ahí compraríamos algunos regalitos para nuestros hijines y después embarcarnos para cruzar a Playa del Carmen donde posteriormente tomaríamos un autobús o taxi que nos llevara al aeropuerto de Cancún. Todo salió como lo previsto para estar en el aeropuerto de Cancún 2 horas antes de la salida. Como comentario adicional, el aeropuerto estaba atascado de norteamericanos y canadienses… nunca había visto tantos en un solo lugar.
Abordamos el 757-200 de ALADIA a las 5:40pm aprox. por la puerta que se encuentra entre la línea de asientos 9 y 10, nuestros asientos eran 10A y 10B por lo que no batallamos nada, el asiento 10A tiene la peculiaridad de no tener asiento enfrente por lo que se puede extender los pies con toda comodidad y al mismo tiempo estar junto a la ventana. Esperé a que terminaran de abordar todos los pasajeros y me paré a preguntar por la mayor en turno a las dos sobrecargos que se encontraban situadas frente a mí ya que ahí se encontraban recibiendo a los pasajeros, resultó ser una de ellas la mayor, le entregué la tarjeta de presentación con la consigna de que fuera entregada al capitán. Era tal mi escepticismo en que pudiera acceder a la cabina que antes de subir al avión me tomé dos cervezas en el aeropuerto con mi señora y me vestí de bermudas (cosas que NUNCA había hecho antes de abordar algún avión).
A los 5 minutos de haber entregado la tarjeta se me acerca la mayor: “¿Señor Cantú?”…Si dígame… “¿Me podría acompañar a la cabina?”… Claro que sí ( yo iba pensando, me van a meter a la cabina antes del despegue para apaciguar al “niño”, que salude a los capitanes y me sacan… bueno vamos que más da…) Llego a la cabina, veo para mi sorpresa que van tres capitanes, el capitán al mando, el primer oficial, y otro capitán que me recibe muy amablemente sentado en el jumpseat… en ese momento ya no me quedaba duda de que era una visita rápida a cabina… saludas y te vas. Se para el capitán del jumpseat y me dice, espérame un momento, me mantiene parado en el umbral de la cabina.
Las siguientes palabras del capitán fueron: “Pásale y siéntate”… a cab… ¿dónde?, pensé. En eso me señala el capitán un asiento alto (que yo no sabía de su existencia), éste se encuentra detrás del asiento del capitán al mando. Saludo de mano y me presento con el primer oficial y el capitán al mando antes de sentarme en ese asiento alto. En ese mismísimo instante entra un sentimiento en mi ser de abstracción, alegría, desconcierto, magia…
Encontrándome en esa situación del estar ahí sin encontrar mi ser, en una especie de limbo, del aquí y ahora sin poder asimilar con objetividad el espacio-tiempo que vivía. El momento de procedimientos de encendido y remolque así como el rodaje y carrera de despegue quedaron absortos a un momento efímero que quedará plasmado en mi mente como el detonante a lo que por fin sucedió… VOLAR. Toda mi vida llevaré conmigo las imágenes y sentimientos de alzar el vuelo para descubrir la costa frente a Cancún, el azul celeste, el azul turquesa, el azul rey, el azul del cielo, el blanco de las nubes matizando estos colores … la Riviera Maya, el maravilloso atardecer que nos regaló Dios ese día, la vista desde lo alto del Arrecife de Alacranes y la noche tan clara y paradójicamente obscura al aproximarnos a la costa oeste del Golfo de México, esto enmarcado por el despliegue de tecnología que solo la cabina de un 757 contiene. Todo culminó al igual que una sinfonía, un final estruendoso y lleno de emotividad, la aproximación y toque en la pista 11 del aeropuerto de Monterrey (mi tierra) donde la perspectiva desde cabina se tornó algo más que la más grande obra surrealista que conozca.
Gracias Brenda, Karla, Pato y a la gran familia que forman parte de esta gran empresa llamada ALADIA.
Gerardo Cantú García-Corral.